La falta de agua potable, el no dictamen de medidas de cuarentena total, y el miedo a los experimentos por una posible vacuna del COVID-19 en ese país, son algunas de las problemáticas que tienen a un continente azotado por el miedo a la infección y letalidad del virus.

La cordobesa Luisina Mariel Crespo, hace ya 3 años que se encuentra en la República Democrática del Congo, país en el que viven cerca de 85 millones de personas. Actualmente se registran 287 casos positivos del coronavirus con un total de 23 víctimas fatales según datos oficiales, aunque se desconocen la cantidad de testeos realizados en ese territorio.

Luisina fue como misionera laica en el 2017, y desde entonces es voluntaria independiente en un orfanato que alberga más de 600 niños y niñas. Después de un par de años allí, viendo y viviendo duras realidades, comenzó a formar un grupo para llevar adelante el proyecto que tienen ahora: un centro de acogida y reinserción social para la mujer vulnerada.

A continuación, compartimos el escrito que ella y Franco Torres (hermano claretiano que trabaja en un pueblo llamado Kingandu), ambos integrantes del Centro “Marie Mwilu”, enviaron desde la comuna Mont-Ngafula en Kinshasa, capital de la República Democrática del Congo, a la redacción de cba24n.com.ar con su relato donde adolecen la realidad de una parte de lo que viven los países de la zona ubicada en el centro de África.

“Querida familia y amigos de la provincia de Córdoba: gracias por darnos la oportunidad de compartir con ustedes cómo estamos viviendo en RDCongo, este tiempo difícil para nuestros pueblos hermanos.

Como ustedes saben en este hermoso y gran país ya había desafíos enormes en el ámbito de la salud, la mayoría de las veces, ligados a la vulnerabilidad de una población empobrecida. Todavía no se logra hacer frente adecuadamente a la epidemia de sarampión, a la malaria, al ébola que está siempre ahí amenazando con volver y de repente se nos suma el Covid 19.

El 10 de marzo fue detectado el primer caso, extranjero y una semana después se confirmaron ya los casos locales. En su conjunto hoy son más de 250. Nos duele esta situación y nos preocupa aún más por varias razones:

- En primer lugar, como pasa con todos los pobres del mundo que viven al día, la mayor parte de la población congoleña no cuenta con los medios materiales para tomar las medidas de precaución necesarias y prevenir adecuadamente esta enfermedad. Lo habitual aquí es consumir lo que se compra en el día (en mercados de abasto donde la concentración de la población es altísima) y muchas veces se dispone únicamente del dinero que se gana en la jornada.
Por otra parte, el cumplimiento de las normas de higiene más elementales como el lavado frecuente de manos y la desinfección de instalaciones no está hoy al alcance de un pueblo que en su mayoría no dispone, por ejemplo, de agua corriente en su casa.

Estas condiciones exponen a un país de 80 millones de habitantes a una propagación exponencial en poco tiempo si llega a los sectores más populares de las grandes ciudades y a la zona rural.

Más allá de las recomendaciones difundidas desde el Ministerio de Salud, al día de hoy no se han implementado aún medidas necesarias como la cuarentena acompañada de una asistencia integral por parte del Estado, capaz de asegurarle a la población los bienes básicos y los servicios fundamentales para permanecer en los hogares.

- Por último, a la complejidad de esta situación se suma la alarmante posibilidad de testear vacunas contra el COVID-19 justamente aquí, en RD Congo. Las declaraciones del Prof. Muyembe, encargado del plan de respuesta al coronavirus, expresan abiertamente que hay grandes instituciones del ámbito internacional focalizadas en la búsqueda de una vacuna como respuesta a la pandemia y que en dicha investigación "nosotros (el pueblo Congolés) también hemos sido elegidos para realizar los ensayos. Entonces, la vacuna será producida ya sea en Canadá, ya sea en Estados Unidos o en China. Nosotros somos candidatos aquí para los ensayos". Curiosa elección que, teniendo en cuenta la terrible historia de manipulación de la población africana en el dominio de la experimentación científica no puede menos que despertar incertidumbre y agudizar la angustia ya existente.

Como comunidad misionera comprometida con la defensa de los derechos de los Pueblos queremos estar atentos a toda situación de vulnerabilidad y denunciar los procedimientos que no respondan a los principios y criterios bioéticos que resguardan la vida, la integridad y la dignidad de toda persona por igual.

Como Claret, queremos estar atentos cada día a lo que esta realidad cambiante nos vaya pidiendo como respuesta amorosa del Dios de Jesús a su pueblo.

Les mandamos un abrazo grande y lleno de cariño.

Luisina y Franco”