Las conferencias matutinas de Andrés Manuel López Obrador, se han convertido en un mercado de preguntas y respuestas, una trinchera contra sus detractores y una sala de diagnóstico sobre la crisis de seguridad, el desabasto de gasolina o el conflicto por la aprobación de su reforma educativa. Todos los temas pasan por la llamada "mañanera" y todas las cuestiones —las confusas, las absurdas y las necesarias— pasan cada día por el micrófono del presidente de México.

Este martes, después de atajar la legalización de la marihuana, el hallazgo de 222 fosas clandestinas durante su Gobierno y retar a la calificadora Moody's por el costo de la construcción de la refinería de Dos Bocas, el mandatario se ha dado tiempo de anunciar la creación del "Instituto para Devolverle al Pueblo Lo Robado", un canal para transformar los recursos confiscados por corrupción y a la delincuencia en presupuesto para programas sociales. El cálculo de López Obrador es obtener este año al menos 60 millones dedólares en bienes e incautaciones. Sin preámbulos, sin revelar la fuente de la estimación, sin detallar cómo va a funcionar, sin preguntas de seguimiento sobre cómo se va a insertar en la estructura de la Administración Pública Federal.

"Estamos definiendo cómo vamos a devolver el dinero, en algunos casos va a ser directo a las sociedades de padres de familia de las escuelas, para el mantenimiento, para la construcción de unidades deportivas, para ambulancias, para caminos, todo lo que pueda hacerse con este apoyo", ha dicho López Obrador. Las reacciones al anuncio han oscilado entre quienes aplauden la decisión de restituir el saqueo perpetrado por funcionarios corruptos y quienes creen que es una ocurrencia y una burla, empezando por el nombre. Son dos extremos los que dominan el debate público: es el triunfo del presidente o es el primer atisbo de una amenaza autoritaria. Sin medias tintas.

"Automóviles, ranchos, residencias, dinero en efectivo, todo se le va a devolver a la gente", ha asegurado López Obrador, que llegó al Gobierno mexicano tras vencer de forma aplastante en las elecciones de julio pasado con la promesa de erradicar la corrupción e instaurar un cambio de régimen, la llamada Cuarta Trasformación. En el discurso del presidente, el combate a la corrupción no es sólo una bandera política, sino la fuente de recursos que financiará esa transformación. Desde la campaña, si había dudas sobre el origen y la suficiencia del dinero para llevar a cabo su proyecto de Gobierno, la respuesta era inequívoca. "Sostengo que el problema de México no es la falta de presupuesto, sino la corrupción", ha repetido el mandatario en la "mañanera" de este miércoles.

El argumento gubernamental es ser más transparente sobre lo que pasa y quién se beneficia de las confiscaciones. El contrargumento de sus detractores es que el "Instituto para Devolverle al Pueblo Lo Robado" ya existe —el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, que depende de la Secretaría de Hacienda— y que un anuncio de esta naturaleza va en clave populista por el destino de los recursos y porque el combate a la corrupción no se ha traducido en resultados tangibles: detenciones de políticos corruptos, juicios a personajes de alto perfil, avances en la trama de Odebrecht en México.

En medio del cruce de ataques e insultos entre ambos extremos está el vacío. El vacío informativo. No se ha revelado el marco normativo, el titular, la estrategia del nuevo "instituto". Ni siquiera la sede de la nueva institución. Después del anuncio siguieron las reuniones con el sector empresarial del país, más preguntas sobre el trabajo de poner nombre a decenas de miles de desaparecidos, la renegociación de la deuda, las políticas de austeridad y las exenciones fiscales. Nada que otra "mañanera" no haya visto antes.