España retrocedió siete meses. Las ciudades de todo el país volvieron a quedarse desiertas esta madrugada tras el toque de queda impuesto por el Gobierno para tratar de controlar la pandemia. Es cierto que es solo por la noche, pero la sensación en el ambiente era la del mes de marzo, cuando empezó la expansión del virus, con la gente encerrada en casa y los comercios con las persianas bajas.

Los madrileños volvieron a encerrarse casi por completo. Sergio Sánchez, taxista de 27 años, sufrió las consecuencias. Siempre trabaja de noche y no cambió su rutina pese a las circunstancias. Llevaba tres horas dando vueltas por la ciudad sin recoger a ningún cliente cuando decidió regresar a casa. 

El confinamiento nocturno es una de las principales medidas que supone el estado de alarma decretado este domingo por el Gobierno. Es obligatorio en toda España, salvo Canarias, durante los próximos 15 días entre las 23.00 y las 6.00, aunque las autonomías pueden acortar o estirar ese plazo una hora. Algunas, como Cataluña, han anunciado ya que lo adelantan a las 22. Otras, como Madrid, que lo retrasarán a las 0.00.

A mediodía del domingo Pedro Sánchez anunció el estado de alarma; horas más tarde, la Generalitat decretaba que el toque de queda comenzaba a las 22.00 en toda Cataluña. Cuando el reloj marcó la hora en que comenzaba la nueva restricción nocturna, las calles de la capital catalana han vuelto a convertirse en un desierto. Igual que en primavera. En cualquiera de las arterias principales de la ciudad solo se veían policía, taxistas, autobuses vacíos y mendigos. Aunque las calles ya se venían despoblando desde el pasado 16 de octubre cuando la Generalitat obligó a cerrar bares y restaurantes.

Sevilla vivió un toque de queda casi idéntico, aunque más madrugador. Todos los bares estaban cerrados desde las diez de la noche, tras el primer día que se impone esta restricción en la ciudad; los únicos trabajadores que todavía quedan dentro de ellos ultiman las labores de limpieza antes de irse a casa. En el casco histórico de la capital andaluza el silencio era casi completo, solo interrumpido por la lluvia y el ruido de alguna vivienda.

Valencia se había adelantado 24 horas. La Generalitat decretó restricciones horarias y de movilidad que empezaron a la 1 de la madrugada y concluyeron a las seis de la madrugada del domingo. La normalidad fue la nota predominante a lo largo de la noche, según fuentes policiales y políticas. No hubo incidentes de especial relevancia. Los establecimientos cerraron a la misma hora que lo estaban haciendo con anterioridad y la gente se retiró a casa. 

Un nuevo tiempo de prudencia y cuidados se abre en todas España. ¿Será suficiente?