En un excelente artículo firmado por Jonathan Corum, Katherine J. Wu y Carl Zimmer, el New York Times hace un completo repaso de la experiencia acumulada en seis meses de experiencia combatiendo el Sars CoV 2, virus causante de la Covid 19. 
El artículo revisa los 19 tratamientos más comentados para el coronavirus, incluidos algunos de los más prometedores e interesantes pero también los potencialmente dañinos. Algunos de los analizados directamente caen en la categoría, muy norteamericana por cierto, de “patrañas”.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés) no ha autorizado por completo ningún tratamiento específico para el coronavirus, pero ha otorgado autorización de uso de emergencia a unos pocos. En el artículo, los tratamientos son calificados según la evidencia científica que hay sobre su efectividad y seguridad. Las categorías escogidas fueron: 


•    EVIDENCIA CONVINCENTE: Se ha demostrado que el tratamiento es efectivo y seguro, ya sea a través de un sólido ensayo clínico o del uso generalizado por parte de los médicos. Los más sólidos son ensayos aleatorios controlados, en los que algunas personas reciben un tratamiento y otras reciben un placebo.
•    EVIDENCIA PROMETEDORA: La evidencia preliminar de los estudios en pacientes sugiere efectividad, pero se necesita más investigación. Esta categoría incluye tratamientos que han mostrado mejoras en la morbilidad, mortalidad y recuperación en estudios retrospectivos que —en lugar de comenzar un nuevo ensayo— analizan los conjuntos de datos existentes.
•    EVIDENCIA TENTATIVA O CONTRADICTORIA: Algunos tratamientos muestran resultados prometedores en células o animales, que deben ser confirmados en las personas. Otros tratamientos han producido diferentes resultados en diferentes experimentos, lo que plantea la necesidad de estudios más grandes y más rigurosos para aclarar la confusión.
•    NO PROMETEN: Estos tratamientos muestran evidencias contradictorias que sugieren que no funcionan.
•    FRAUDE: Estos no son tratamientos que, a pesar de conseguir gran difusión, los investigadores no han considerado utilizar para la COVID-19. Los expertos han advertido que no conviene probarlos, porque no ayudan contra la enfermedad y, en cambio, pueden ser peligrosos. Algunas personas incluso han sido arrestadas por sus falsas promesas de una cura para la COVID-19.

EVIDENCIA CONVINCENTE
Posición boca abajo

El simple acto de voltear a los pacientes sobre sus vientres abre los pulmones. La maniobra de pronación se ha convertido en un lugar común en los hospitales de todo el mundo desde comienzos de la pandemia. Puede ayudar a algunas personas a evitar la necesidad de ventiladores. Los beneficios del tratamiento siguen probándose en una variedad de ensayos clínicos.

Ventiladores y otros dispositivos de apoyo respiratorio
Los dispositivos que ayudan a las personas a respirar son una herramienta esencial en la lucha contra las enfermedades respiratorias mortales. Algunos pacientes logran buenos resultados si se les da un suministro adicional de oxígeno a través de la nariz o mediante una máscara conectada a una máquina de oxígeno. Los pacientes con dificultad respiratoria severa pueden necesitar un ventilador que respire por ellos hasta que sus pulmones se curen. Los médicos no se han puesto de acuerdo sobre cuánto tiempo hay que tratar a los pacientes con oxígeno no invasivo antes de decidir si necesitan o no un ventilador. No todos los pacientes de la COVID-19 que utilizan ventiladores sobreviven, pero se cree que los dispositivos pueden salvar vidas en muchos casos.

EVIDENCIA PROMETEDORA 
 

Remdesivir (autorizado por la FDA para uso de emergencia)
Remdesivir, fabricado por Gilead Sciences, fue el primer medicamento en obtener autorización de emergencia de la FDA para su uso en la COVID-19. Impide la replicación de los virus al insertarse en nuevos genes virales. El remdesivir se probó originalmente como un antiviral contra el ébola y la hepatitis C, pero solo obtuvo resultados mediocres. Sin embargo, los datos preliminares de los ensayos que comenzaron esta primavera sugirieron que el medicamento puede reducir las estadías en el hospital de las personas con casos graves de COVID-19 de 15 a 11 días. Estos primeros resultados no mostraron tener ningún efecto sobre la mortalidad, aunque los datos retrospectivos publicados en julio sugieren que el medicamento podría reducir las tasas de mortalidad entre los pacientes que están muy enfermos.

Dexametasona
Este esteroide barato y ampliamente disponible mitiga muchos tipos de respuestas inmunes. Los médicos lo han usado durante mucho tiempo para tratar alergias, asma e inflamación. En junio, se convirtió en la primera droga que redujo las muertes por COVID-19. Ese estudio de más de 6000 personas, que aún no se ha publicado en una revista científica, encontró que la dexametasona redujo las muertes en un tercio de los pacientes con ventiladores y en un quinto en pacientes con oxígeno. Sin embargo, es menos probable que ayude —e incluso puede perjudicar— a los pacientes que se encuentran en una etapa inicial de las infecciones de la COVID-19. En sus pautas de tratamiento para la COVID-19, los Institutos Nacionales de Salud recomiendan el uso de la dexametasona solo en pacientes con la COVID-19 que están conectados a un ventilador o reciben oxígeno suplementario.

EVIDENCIA TENTATIVA O CONTRADICTORIA
 

Favipiravir
Originalmente diseñado para combatir la gripe, el favipiravir bloquea la capacidad de un virus para copiar su material genético. Un pequeño estudio en marzo indicó que el medicamento podría ayudar a purgar el coronavirus de las vías respiratorias, pero los resultados de ensayos clínicos más grandes y bien diseñados aún están pendientes.

EIDD-2801
Otro antiviral originalmente diseñado para combatir la gripe, el EIDD-2801 ha tenido resultados prometedores contra el nuevo coronavirus en estudios de células y animales. Todavía se está probando en humanos.
ACE-2 recombinante
Para ingresar a las células, el coronavirus primero debe desbloquearlas, una hazaña que logra al engancharse en una proteína humana llamada ACE-2. Los científicos han creado proteínas artificiales ACE-2 que podrían actuar como señuelos, atrayendo al coronavirus y alejándolo de las células vulnerables. Las proteínas recombinantes ACE-2 han mostrado resultados en experimentos con células, pero aún no en animales o personas.

Plasma de convalecientes
Hace un siglo, los médicos filtraron plasma de la sangre de pacientes recuperados de la gripe. El llamado plasma convaleciente, rico en anticuerpos, ayudó a las personas enfermas de gripe a combatir su enfermedad. Ahora, los investigadores están probando esta estrategia con la COVID-19. Los primeros ensayos con plasma convaleciente han arrojado resultados prometedores, si bien preliminares, y la FDA ha autorizado su uso en pacientes muy enfermos infectados por el coronavirus.

Anticuerpos monoclonales
El plasma convaleciente contiene una mezcla de diferentes anticuerpos, algunos de los cuales pueden atacar al coronavirus y otros no. Los investigadores han indagado en busca de los anticuerpos más potentes contra la COVID-19. Las copias sintéticas de estas moléculas, conocidas como anticuerpos monoclonales, pueden ser fabricados al granel y luego ser inyectados en los pacientes. Las pruebas de seguridad para este tratamiento acaban de empezar, con varias más en camino.

Interferones
Los interferones son moléculas que nuestras células producen naturalmente en respuesta a los virus, lo que activa el ataque del sistema inmunitario. Inyectar interferones sintéticos es ahora un tratamiento estándar para una serie de trastornos inmunes. El rebif, por ejemplo, se prescribe para la esclerosis múltiple. Los primeros estudios, que incluyen experimentos en ratones y células, arrojan indicios de que inyectar interferones puede ayudar contra la COVID-19. Incluso hay alguna evidencia de que las moléculas podrían ayudar a evitar que se infecten las personas sanas.

Inhibidores de citoquinas
Los investigadores han creado una serie de medicamentos que potencialmente pueden detener las tormentas de citoquinas y han demostrado su eficacia contra la artritis y otros trastornos inflamatorios. Contra el coronavirus, varios de estos medicamentos, entre los que se encuentran tocilizumab, sarilumab y anakinra, han ofrecido una ayuda moderada en algunos estudios, pero fallaron en otros. La compañía farmacéutica Regeneron recientemente anunció que una versión comercial de sarilumab, llamada Kevzara, falló en los ensayos clínicos de Fase 3.

Cytosorb
Cytosorb es un cartucho que filtra de la sangre las moléculas de señalización inmune llamadas citoquinas. Aunque las citoquinas son esenciales para combatir las enfermedades, a veces pueden desencadenar una respuesta descontrolada cuando el cuerpo produce tanta inflamación que se daña a sí mismo. Al eliminar el exceso de citoquinas, Cytosorb puede calmar las llamadas tormentas de citoquinas. La máquina puede purificar el suministro de sangre completo de un paciente unas 70 veces en un período de 24 horas. La FDA le otorgó la autorización de uso de emergencia para la COVID-19 después de informes en marzo que sugirieron que había ayudado a decenas de pacientes gravemente enfermos con la COVID-19 en Europa y China. 

Células madre
Ciertos tipos de células madre pueden secretar moléculas antiinflamatorias. A lo largo de los años, los investigadores han tratado de usarlas como tratamiento para las tormentas de citoquinas, y ahora se están realizando decenas de ensayos clínicos para ver si pueden favorecer a los pacientes con la COVID-19. Pero estos tratamientos con células madre no han funcionado bien en el pasado, y aún no está claro si funcionarán contra el coronavirus.

Anticoagulantes
El coronavirus puede invadir las células en el revestimiento de los vasos sanguíneos, dando lugar a pequeños coágulos que pueden causar accidentes cerebrovasculares y otros daños graves. Romper estos coágulos con anticoagulantes, que se han usado durante mucho tiempo en pacientes con diversas afecciones cardíacas, mejora las perspectivas de pacientes gravemente enfermos. Los primeros datos han relacionado el uso de anticoagulantes con la supervivencia entre los pacientes con la COVID-19, y muchos ensayos clínicos que sacan a relucir esta relación están en marcha.


NO PROMETEN
 

Lopinavir y ritonavir
Hace 20 años, la FDA aprobó esta combinación de medicamentos para tratar el VIH. Recientemente, los investigadores los probaron con el nuevo coronavirus y descubrieron que impedían que el virus se replicara. Pero los ensayos clínicos en pacientes resultaron decepcionantes. A principios de julio, la Organización Mundial de la Salud suspendió los ensayos en pacientes hospitalizados con la COVID-19. Pero no descartaron estudios para ver si los medicamentos podrían ayudar a los pacientes que no están lo suficientemente enfermos como para ser hospitalizados, o para evitar que las personas expuestas al nuevo coronavirus se enfermen. 

Hidroxicloroquina y cloroquina
Los químicos alemanes sintetizaron la cloroquina en la década de 1930 como un medicamento contra la malaria. Una versión menos tóxica, llamada hidroxicloroquina, se inventó en 1946, y más tarde fue aprobada para otras enfermedades, como el lupus y la artritis reumatoide. Al comienzo de la pandemia de la COVID-19, los investigadores descubrieron que ambas medicinas podrían detener la replicación del coronavirus en las células. Desde entonces, estos fármacos han tenido un viaje tumultuoso. Algunos estudios pequeños en pacientes ofrecieron alguna esperanza de que la hidroxicloroquina pudiera tratar la COVID-19. La Organización Mundial de la Salud lanzó un ensayo clínico aleatorio en marzo para ver si era realmente segura y efectiva para la COVID-19, al igual que Novartis y varias universidades.

Mientras tanto, el presidente Donald Trump promovió repetidamente la hidroxicloroquina en conferencias de prensa, pregonando que era un “punto de inflexión”, e incluso aseguró que la tomó él mismo. La FDA otorgó temporalmente la autorización de emergencia para el uso de hidroxicloroquina en pacientes con la COVID-19, un permiso que un denunciante luego afirmó fue resultado de la presión política. A raíz de la nueva publicidad del medicamento, la demanda se disparó, lo que provocó una escasez que afectó a las personas que dependen de la hidroxicloroquina como tratamiento para otras enfermedades.

Al surgir datos de ensayos clínicos aleatorios, el mensaje fue claro: la hidroxicloroquina no ayudó a mejorar a las personas con la COVID-19 ni evitó que las personas sanas contraigan coronavirus. (Un estudio a gran escala que concluyó que el medicamento también era dañino se retiró después). La Organización Mundial de la Salud, los Institutos Nacionales de Salud y Novartis han suspendido desde entonces los ensayos que investigan la hidroxicloroquina como tratamiento para la COVID-19. La FDA ahora advierte que la droga puede causar una serie de efectos secundarios graves en el corazón y otros órganos cuando se usa para tratar la COVID-19.
En julio, los investigadores del hospital Henry Ford en Detroit publicaron un estudio que encontró que la hidroxicloroquina reduce la mortalidad en pacientes con la COVID-19. El presidente Trump elogió el estudio en Twitter, pero los expertos plantearon dudas al respecto porque no era un ensayo controlado aleatorio. Aún así, la Casa Blanca ha comenzado a presionar a la FDA para que autorice otra vez el uso de la hidroxicloroquina como tratamiento de emergencia para la COVID-19.

A pesar de los resultados negativos, siguen en curso varios estudios sobre la hidroxicloroquina. Un análisis reciente de STAT y Applied XL halló más de 180 ensayos clínicos en curso que ponen a prueba la hidroxicloroquina o la cloroquina para tratar o prevenir la COVID-19. Aunque está claro que estos medicamentos no son la panacea, es posible que funcionen en combinación con otros tratamientos, o cuando se administran en las primeras etapas de la enfermedad.

PATRAÑAS. ADVERTENCIA: NO LO HAGAS


Beber o inyectarse lavandina y otros desinfectantes.
En abril, el presidente Trump insinuó que los desinfectantes como el alcohol o la lavandina podían resultar efectivos contra el coronavirus si se inyectaban directamente en el cuerpo. Sus comentarios fueron inmediatamente refutados por profesionales de la salud e investigadores de todo el mundo, así como por los fabricantes. Ingerir desinfectantes no solo sería ineficaz contra el virus sino también peligroso y posiblemente también mortal. En julio, fiscales federales acusaron a cuatro hombres de Florida por publicitar el cloro como cura para la COVID-19.

Luz UV
El presidente Trump también especuló sobre la posibilidad de irradiar el cuerpo con “luz ultravioleta o solo muy potente”. Los investigadores han utilizado luz UV para esterilizar superficies y matar virus en laboratorios con manejo cuidadoso. Pero la luz UV no sería capaz de purgar al virus del cuerpo de una persona enferma. Este tipo de radiación también puede dañar la piel. La mayoría de los cánceres de piel son resultado de la exposición a los rayos ultravioleta que se encuentran naturalmente en la luz del sol.

Plata
La FDA ha amenazado con tomar acciones legales en contra de quienes aseguran que los productos a base de plata son seguros y eficaces contra el coronavirus, como el televangelista Jim Bakker y el presentador de InfoWars Alex Jones. Existen varios metales que tienen propiedades antimicrobianas naturales. Pero los productos fabricados con estos materiales no han demostrado ser capaces de prevenir o tratar el coronavirus.

Texto completo del artículo: aquí.