El grupo era parte de una verdadera estampida de personas que intentan dejar Brasil ante la escalada de la pandemia.
La desesperación de cientos de paraguayos por regresar a su país, cruzando como pueden la frontera con Brasil o incluso con Argentina, ya desencadenó la alerta en Paraguay, que registró en las últimas semanas un aumento en los casos de COVID-19 importados de São Paulo, donde hay una gran comunidad paraguaya residente.
En el Puente de la Amistad, que conecta Ciudad del Este (Paraguay) con Foz de Iguazú (Brasil) a través del río Paraná, varias personas llegan todos los días intentando cruzar a territorio paraguayo.
Están intentando huir de la propagación del virus en Brasil, que ya ha superó las 15,000 muertes y superará esta semana el cuarto de millón de casos. El epicentro es São Paulo, donde trabajan y viven miles de paraguayos.
Así fue que la semana pasada este pequeño grupo de 12 personas intentaba eludir los controles cruzando en una frágil canoa que volcó, con cuatro de sus integrantes desapareciendo en las aguas del río. Uno de los cuerpos fue rescato por personal de la Marina Paraguaya; los otros tres continúan desaparecidos.
Al día de hoy en Paraguay, la pandemia deja ya 11 muertos y 786 casos, uno de los números más bajos en la región.
El gobierno de Mario Abdo Benítez tomó medidas para contener la propagación del coronavirus después de que se detectara el primer caso importado el 7 de marzo.
Para el presidente, la frontera con Brasil, el quinto país con más casos en el mundo, representa "una amenaza" para la salud nacional en este momento.
Paraguay y Brasil comparten más de 1.300 kilómetros de fronteras, cerradas desde principios de marzo, lo mismo ocurre con el resto de los pasos fronterizos del país. Solo se permite la entrada de ciertos productos y repatriados, que deben permanecer en cuarentena durante 14 días bajo vigilancia sanitaria.
"Controlar la frontera con Brasil es una de las prioridades, teniendo en cuenta la alta carga viral que traen los repatriados", dijo el ministro del Interior, Euclides Acevedo.
El gran problema es que el gobierno no tiene muchas opciones para albergar a las aproximadamente 25,000 personas en la lista para que regresen: el número de solicitudes supera con creces la capacidad de refugio disponible para que puedan cumplir con el aislamiento.
El gobierno paraguayo ha recurrido a refugios militares y también a hoteles, pero en este último, los retornados deben pagar las tarifas de alojamiento.
La repatriación no solo se ve afectada por la capacidad de alojamiento, sino también por la hostilidad de sus vecinos.
En Pedro Juan Caballero, 50 kilómetros más al norte y adyacente a la brasileña Ponta Porã, hubo obstáculos en el camino a una institución religiosa que se suponía que recibiría a los retornados.
"No nos dejarán entrar", dijo el Dr. Nelson Collar, jefe local del Ministerio de Salud (AFP).