La crisis de la inequidad estalla por el recurso más democrático, el más universal y el menos apropiable del mundo: el aire que respiramos. 

Sobre el resto de los bienes naturales del planeta, se han ido estableciendo derechos propietarios: sobre el suelo, la fauna, los bosques, el mismo subsuelo y las aguas, el petróleo y todo lo que hay en el planeta, incluso los mares y sus recursos. Ni la luna se salva de personas con intención de lotearla. Pero no se pudo con el aire, que sigue siendo de todos. Y todos respiramos el mismo aire. Y contaminarlo en la Antártida tendrá repercusiones en el Ártico.

Pero no todos lo contaminamos por igual.

Por eso es posible acuñar el concepto de "Inequidad Contaminante" o "Carbono de Lujo": en el planeta hay quienes, por su riqueza, se dan el lujo de contaminar cientos de veces más que otros habitantes. 

De acuerdo con los objetivos climáticos de París, el promedio de los habitantes en la Tierra debe reducir sus emisiones de CO2 a un promedio de 2,3 toneladas para 2030, poco más que la mitad del promedio actual, ubicado en 4,5 toneladas por año, según el Banco Mundial.

Sin embargo, esos promedios se construyen desde extremos muy distantes: El 1% más rico del mundo, una población menor a la de Alemania, liberará 70 toneladas de CO2 por persona al año si continúa el consumo actual, según un estudio que acaba de publicar la ONG Oxfam. 
O sea, 15 veces más que el promedio mundial y más de 70 veces el promedio de los habitantes de los países más pobres y, nada paradojalmente, lo menos contaminantes.
Mientras tanto, el 50% más pobre liberará un promedio de una tonelada de CO2 al año.

Las emisiones de dióxido de carbono del 1% más rico de la humanidad serán 30 veces mayores de lo que se necesita para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C, advierte el trabajo, mientras los científicos instan a los gobiernos a "limitar el consumo de carbono de lujo" de los aviones privados, megayates y viajes espaciales.

Más aún, igual que ocurre con el proceso de concentración de la riqueza, aparece el proceso de concentración de la contaminación: representarán el 16% de las emisiones totales para 2030, cuando eran “sólo” el 13% en 1990.

“Una pequeña élite parece tener un pase libre para contaminar”, dijo Nafkote Dabi, líder de política climática en Oxfam, que encargó el estudio al Instituto de Política Ambiental Europea (IEEP) y al Instituto Ambiental de Estocolmo (SEI). "Sus emisiones sobredimensionadas están alimentando el clima extremo en todo el mundo y poniendo en peligro el objetivo internacional de limitar el calentamiento global", dijo.

La investigación se produce cuando los líderes mundiales se reúnen en Cop26 para discutir formas de frenar las emisiones y mantener el objetivo de 1.5C sobre la mesa, y varios delegados llegan a la conferencia climática en un jet privado, incluidos el presidente de la propia conferencia, Boris Johnson y el magnate astronauta, Jeff Bezos.

No todos por igual 

La organización benéfica insta a los ciudadanos más ricos a acelerar la acción sobre el calentamiento global reduciendo sus propias emisiones de CO 2 de acuerdo con los objetivos de París y utilizando su influencia y respaldo financiero para impulsar una economía verde.

Jamie Livingstone, director de Oxfam Escocia, dijo que Cop26 era un “momento de la verdad en la lucha contra el cambio climático”. Los líderes mundiales deben acordar formas de frenar las emisiones excesivas y limitar el calentamiento global y deben hacerlo aquí y ahora en Glasgow. El retraso cuesta vidas ".

A principios de este año, Bezos fue al espacio en su cohete New Shepard, Sir Richard Branson fue al borde del espacio en su cohete Virgin Galactic y la compañía de Elon Musk promete llevar humanos a Marte. Las emisiones de un solo vuelo espacial de 11 minutos ascienden a al menos 75 toneladas, lo que excedería las emisiones de toda una vida de uno de los mil millones de personas más pobres de la Tierra.

El documento muestra que la lucha por mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 °C no se ve obstaculizada por el consumo de la mayoría de las personas en el planeta, sino por las emisiones excesivas de los ciudadanos más ricos del mundo.

Incluso las emisiones totales producidas por el 10% más rico podrían ser suficientes para exceder la cantidad asignada para mantenerse dentro de los objetivos de 1,5 °C para 2030, independientemente de lo que haga el otro 90% de la población.