El Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), dependiente del Ministerio de Sanidad de España, estimó que se produjeron 1047 muertes atribuibles a las altas temperaturas durante la reciente ola de calor. 
El gráfico muestra cómo, a medida que aumentaban las máximas y mínimas, aumentaba el registro de fallecimientos, comenzando el pasado 10 de julio.

La máxima diaria fueron 184 fallecimientos. Gráfica: propia, con datos del Instituto de Salud Carlos III
La máxima diaria fueron 184 fallecimientos. Gráfica: propia, con datos del Instituto de Salud Carlos III

Las cifras proceden del sistema MoMo del Instituto de Salud Carlos III, que hace estimaciones de los excesos de mortalidad para un día determinado comparando series históricas.  Es decir que el sistema no aporta números exactos de defunciones (no es un registro de defunciones), sino estimaciones. 

En su crónica del suceso, El País de España recoge las declaraciones de la ministra de Sanidad, Carolina Darias, recordando que “el dato de muertes atribuibles al calor realizado por el ISCIII es una estimación y no registros de defunción que darían la causa concreta de la muerte”.

Según las cifras, 672 de los fallecidos eran mayores de 85 años, 241 tenían entre 75 y 84 años, y 88 más tendrían entre 65 y 74 años.
Esta es el segundo episodio que atraviesa este año España: es que en junio se produjo la ola de calor la más temprana desde 1981, en la que se estimaron 829 muertes atribuibles a las excesivas temperaturas.

El mismo registro en Portugal

En Portugal, por su parte, el Directorado General de Salud anunció que se produjeron 1.063 muertes por las altas temperaturas entre el 7 y el 18 de julio. 
El país atraviesa una de las peores olas de calor de su historia y alcanzó en julio la temperatura más alta jamás registrada en su territorio, con 47º C.

Aunque no disponen de este sistema de estadísticas, Bélgica, Francia, Reino Unido, Suecia y otros países europeos también atraviesan desde la semana pasada una de las olas de calor más intensas de su historia.
Reino Unido anunció el 19 de julio que se alcanzó la temperatura más alta desde que se llevan registros, con 40,3 ºC.

El calor extremo es un riesgo especialmente para los adultos mayores debido a las enfermedades crónicas que pueden presentar, así como para los niños pequeños que aún no pueden regular su temperatura.

En cualquier caso, con o sin estadísticas, la experiencia europea nos recuerda la necesidad de prevenirse ante estos episodios que, según coinciden los especialistas, serán cada vez más frecuentes.