El mes pasado fue el enero más caluroso registrado en la superficie terrestre y oceánica del mundo, con temperaturas promedio que superaron todos los registros de los 141 años de datos en poder de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA  por su sigla en inglés).

Las temperaturas récord en enero siguen a un 2019 excepcionalmente cálido, que fue el segundo año más caluroso para la superficie del planeta desde que comenzaron las mediciones confiables. Los últimos cinco años y la última década son los más calurosos en 150 años de  registros, una indicación del ritmo creciente de la crisis climática.

Según la NOAA , la temperatura promedio mundial de la superficie terrestre y oceánica el mes pasado estuvo  1.14 ºC por encima del promedio del siglo XX. Esta medida superó por poco el récord anterior de enero, establecido en 2016.

Hubo un pulso de calor inusual en gran parte de Rusia, Escandinavia y el este de Canadá, donde las temperaturas llegaron hasta 5 ºC por encima del promedio. La ciudad sueca de Örebro alcanzó los 10.3 ºC, su temperatura más alta en enero desde 1858, mientras que Boston experimentó su día más caluroso en enero, a 23 ºC.

Mientras tanto, la Antártida comenzó febrero con varios picos de temperatura. El continente polar sur superó los 20 ºC por primera vez en su historia el 9 de febrero, luego de otro máximo anterior de 18.3 ºC producido solo tres días antes. Los científicos señalan que son lecturas "increíbles y anormales".

Los gobiernos del mundo acordaron en 2015 mantener el aumento de la temperatura global muy por debajo de los 2 °C, en comparación con la era preindustrial, para evitar inundaciones desastrosas, inseguridad alimentaria, olas de calor y desplazamiento masivo de personas.

Sin embargo, las emisiones de carbono y otros gases de efecto invernadero que calientan el planeta no muestran signos de disminución, y mucho menos los profundos recortes necesarios para cumplir el objetivo de 2 ºC y abordar la crisis climática. Según los científicos, el mundo debe reducir a la mitad sus emisiones para 2030 para tener alguna posibilidad de evitar un desastre climático desastroso.