Los pozos de petróleo y gas agotados se convertirían en los primeros sitios de prueba profunda del Reino Unido para enterrar dióxido de carbono (CO2) el próximo año, según los planes de un consorcio de universidades y compañías energéticas.

Hay cientos de pozos de gas y petróleo en tierra activos en todo el mundo. Pero a medida que llegan al final de sus vidas, los tecnólogos se preguntan que utilidad se les puede encontrar. Ahora, algunos de ellos serán reasignados para realizar pruebas de bombeo subterráneo de CO2.

La cuestión crucial será comprobar que el gas almacenado no se escape dicen los responsables del proyecto. Los pozos de prueba también podrían usarse para evaluar el almacenamiento de hidrógeno bajo tierra, experiencia que ya existe, por ejemplo, en nuestra Patagonia.

La captura y almacenamiento de CO2 (CCS por sus siglas en inglés) será una parte importante para abordar la crisis climática, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático y los asesores oficiales del Reino Unido, el Comité de Cambio Climático (CCC).

Los reservorios bajo el Mar del Norte brindan el mayor almacenamiento potencial de CO2 , pero el consorcio dijo que la reutilización de los pozos terrestres existentes era la forma más rápida y barata de investigar y desarrollar sistemas seguros y efectivos de almacenamiento, evitando las complejidades que implica operar en plataformas marinas.

Este proyecto, llamado "Net Zero Rise", involucra a las universidades de Newcastle, Oxford y Durham, y las compañías de combustibles fósiles IGas y Third Energy.

Han identificado 20 pozos candidatos. Un sitio de prueba de CCS enterraría una cantidad relativamente pequeña de CO2, unas 1.000 toneladas, a una profundidad de 1 a 3 km. Se entiende como "pequeña" si se considera que es el equivalente a lo que unas 250 personas promedio emiten por año por ejemplo en Argentina. 

"El almacenamiento de CO2 en el Mar del Norte probablemente será muy importante, pero necesitamos una capacidad en tierra, un activo nacional, para que podamos hacer pruebas y ver qué monitoreo es adecuado para comprender a dónde se termina yendo el CO2 " dijo el profesor Richard Davies, de la Universidad de Newcastle, que dirige el proyecto.

"Greenwashing": cuando las empresas lavan sus culpas

El hidrógeno se considera parte del cambio hacia una economía baja en carbono y poder almacenarlo bajo tierra ayudaría a garantizar un suministro energético seguro. Es una molécula pequeña y es probable que las grandes formaciones de sal de roca sean las mejores para atrapar el gas, pero el Reino Unido tiene pocos depósitos de este tipo.
"También queremos mirar el hidrógeno", dijo Davies. ¿Podemos monitorear si también se podrá almacenar allí hidrógeno?".

La estrategia “Cero Neto” de emisiones del gobierno Británico prevé la captura y almacenamiento de 50 millones de toneladas de CO2 para mediados de la década de 2030, y los ministros están respaldando el desarrollo de centros de CCS en las costas noroeste y este de Inglaterra.

La CCC proyecta hasta 95 millones de toneladas de CCS para 2050, principalmente para capturar el CO2 de la biomasa quemada, así como de las centrales eléctricas de gas y las plantas de producción de hidrógeno.

La compañía de energía IGas tiene alrededor de 100 pozos de petróleo y gas en Inglaterra y su director de desarrollo, Ross Glover, dijo que la CCS es un "pilar clave" en la transición de la compañía hacia una economía baja en carbono. Dijo que IGas se estaba diversificando en energía geotérmica y solar, aunque no ha fijado aún una fecha para poner fin a la producción de petróleo y gas.

Mike Childs, jefe de ciencia de Amigos de la Tierra, dijo en conexión con este proyecto: “La investigación de la tecnología CCS es importante, sin embargo, el potencial de esta tecnología podría desperdiciarse porque las empresas de combustibles fósiles solo buscan extraer más petróleo y gas".

Es que son muchas las voces que se levantan para denunciar la práctica que se conoce como “greenwashing” (literalmente “lavado verde”), expresión usada para denunciar los planes de empresas que no responden a la necesidad de descontaminar el planeta sino más bien a formas diversas de ocultar los efectos devastadores para el clima de sus actividades.

En esencia Greenwashing es una estrategia de comunicación y marketing adoptada por empresas y otras organizaciones, consistente en plantear argumentos ecológicos para forjar una imagen de responsabilidad ecológica ante la ciudadanía y consumidores, cuando la realidad de los hechos no se corresponde, o corresponde insuficientemente, al contenido de los mensajes compartidos.

Las petroleras, son el mejor ejemplo: dicen querer descontaminar, pero no anuncian planes de cierre y obstaculizan todas las iniciativas legales y acuerdos que se intentar para frenar el calentamiento global.