Las algas marinas son una parte del mundo poco conocida y valorada, aunque hoy en día se encuentren aplicaciones en toda clase de rubros: desde productos de belleza hasta biocombustibles pasando por inefables recetas de cocina. En el saber popular, las algas están repletas de nutrientes y propiedades mágicas.

La realidad suele ser un poco más compleja. Para empezar, se han descripto más de 45.000 especies de algas, desde las microscópicas hasta las gigantes, que pueden llegar a los cien metros de largo.

Las algas son organismos autótrofos (o sea, con energía del sol sacan su sustento del mismísimo aire), fijando carbono a través de la fotosíntesis, detalle no menor al considerar su rol en los problemas ambientales modernos. De hecho, son la base de la cadena trófica marina, principal alimento disponible en cualquier punto del océano al que llegue la luz del sol.

Para nosotros suelen ser noticia por temas más mundanos, como cuando una marea de líquidos sin tratar invade el lago San Roque y se genera un cuerpo de cianobacterias (que genuinamente ya no se consideran algas) que cubre toda la superficie y complica la provisión de agua en Córdoba.

O, como resulta ser por estas horas, cuando una marea de sargazos amenaza con colapsar el turismo en el caribe, el Golfo de México y las playas de La Florida en Estados Unidos.

Sargazos

Es que vastos campos de sargazo, un alga marrón, florecen en el Océano Atlántico, aprovechando los mismos fertilizantes que se lavan hacia el océano desde los cultivos de soja en el Congo, en el Amazonas o en las riberas del Río Mississippi. Las arenas del Sahara parecen aportar el hierro y otros minerales esenciales que completan el menú de las algas.

Con todo ese combo nutritivo fluyendo hasta el océano, los sargazos se han transformado en la mayor proliferación de algas marinas del planeta. El Gran Cinturón de Sargazo del Atlántico, visible desde el espacio, se extiende a través del océano desde el Golfo de México hasta las costas del Congo. Los científicos estiman que son unas 24 millones de toneladas. Para referencia: Argentina exporta unos 100 millones de toneladas de granos por año.

La composición de imágenes satelitales muestra la distribución de los sargazos en nuestros días. Mapa: NASA
La composición de imágenes satelitales muestra la distribución de los sargazos en nuestros días. Mapa: NASA

No es nuevo. Cristóbal Colón en 1492, escribió que temía que su barco quedara atrapado al atravesar el Mar de los Sargazos. Y es fácil percibir su valor: se trata de verdaderos “bosques” sobre la superficie marina, que proporcionan un entorno en dónde se establecen ecosistemas fundamentales en el mar para peces, tortugas y otras especies marinas, sin contar que constituyen un importante sumidero de carbono, como cualquier organismo que capture anhidrido carbónico para vivir.

Lo cierto es que los datos recogidos entre los años 2000 a 2018 indican un posible cambio de régimen desde el año 2011 en las proliferaciones de sargazo y los reportes actuales indican que ahora es alarmante es la velocidad a la que está creciendo.

Los primeros lugares en sentir realmente el impacto del sargazo fueron las islas del extremo del caribe, pero con el crecimiento continuo de la masa flotante, hoy los efectos se sienten desde el norte de Brasil hasta las playas de la Florida.

Las consecuencias económicas son catastróficas: cada año hay más países que informan sobre la llegada de la marea, con impactos en el turismo, los sectores pesqueros y el transporte.

Pero por graves que sean, no empardan a los daños ambientales. El sargazo daña la vida silvestre cuando bloquea la luz del lecho marino en aguas menos profundas, mientras que las tortugas recién nacidas no pueden arrastrarse hasta el mar sobre montañas de algas podridas.

Los sargazos generan problemas económicos, de salud y ambientales. Imagen: arecoa.com
Los sargazos generan problemas económicos, de salud y ambientales. Imagen: arecoa.com

Para completar el cuadro, se ha demostrado que el sulfuro de hidrógeno liberado cuando se descompone causa una variedad de problemas de salud humana, desde dolores de cabeza leves o irritación ocular hasta pérdida del conocimiento.

A grandes males… soluciones fantásticas

Tal vez la cuestión más elemental e inmediata es cómo deshacerse de esta biomasa contaminada. Allí es cuando comienzan a tejerse hipótesis de cómo darle un uso provechoso a esta calamidad.

Algunas aplicaciones parecen estar restringidas por su propia composición química. No parece posible usarlo como fertilizante o para compost porque los metales pesados ​​que contiene, particularmente el arsénico, hacen que sea peligroso alimentar a las plantas. También podría ocurrir que el arsénico se filtre a las aguas subterráneas, luego al agua potable y a la cadena alimentaria.

El grueso de las hipótesis de trabajo parten del hecho que los sargazos funcionan hoy como una gigantesca “trampa de carbono”. Son un verdadero bosque en el océano. La cuestión es cómo lograr que no se descompongan porque en ese caso, devuelven el carbono capturado a la atmósfera.

En la actualidad se experimenta con su uso como material de construcción haciendo verdaderos ladrillos o como biocombustible, utilizando moscas soldado negras para "procesarlo", que luego se eliminan.

Sargablock, más económico que el bloque de hormigón y ecológico. Imagen: Reuters
Sargablock, más económico que el bloque de hormigón y ecológico. Imagen: Reuters

Claro, estas son opciones “convencionales" en nuestros días. Hay una propuesta que bordea la ciencia ficción: capturarlo usando robots, empaquetarlo y hundirlo en el fondo del mar. Todavía no hay datos precisos, pero se estima que ese carbono quedaría atrapado durante un par de siglos, lo que le daría tiempo a la Tierra para aplanar la curva de carbono, reduciendo las emisiones.

Convencionales o fantásticas, lo cierto es que las ideas que circulan hoy, están lejos de recibir el financiamiento que requieren y la principal virtud de la explosión de noticias sobre la invasión de los sargazos es que, golpeando las puertas del primer mundo, es probable que sea atendido por los mismos banqueros que las ignoraron mientras fueron un problema exclusivo del caribe.