La organización Strajk Kobiet, la asociación feminista que lidera las protestas contra el veto al aborto en el país, llevó adelante ayer miércoles una huelga general de mujeres para mostrar su indignación y total rechazo a la sentencia del Tribunal Constitucional de restringir al máximo la interrupción del embarazo.

Su lema: “Esto es una guerra”. Su símbolo: un rayo rojo con el fondo negro. Muchas chicas se lo pintan en el rostro; otras lo dibujan en pancartas. Su lucha: recuperar los derechos de la mujer en un país donde se están dando importantes pasos hacia atrás en materia de igualdad. Todavía no se sabe cuántas mujeres se plegaron a huelga. Se trataba de una iniciativa sin respaldo de ningún sindicato.

Pero lo que sí que está cuantificado es que por séptimo día consecutivo, y a pesar de la amenaza del creciente número de contagios por covid-19, miles de ciudadanas (y también ciudadanos) polacas han vuelto a protestar en las calles de las principales ciudades del país contra el fallo del Constitucional. Un fallo que declara inconstitucional el aborto por malformación fetal, lo que afecta al 97% de las interrupciones de embarazo que se practican en Polonia, en donde el aborto estaba prohibido, con la salvedad de estos casos excepcionales.

Parte del enojo de las manifestantes se ha reflejado estos días contra la iglesia católica del país eslavo. “Llevan años influyendo en el Ejecutivo de Kaczynski [líder del partido en el Gobierno y actual vice primer ministro]. Se han convertido en una institución política. Su discurso contra el colectivo LGTBI y también su retórica tradicional entronca con el pensamiento de muchas mujeres de mediana y corta edad”, explica Elżbieta Korolczuk, socióloga de la universidad de Varsovia.“También hemos asistido a años de impunidad mientras se destapaban multitud de casos de pedofilia en el seno de la iglesia católica. La gente ya estalló”, añade.

En las protestas del pasado domingo se vieron escenas difícilmente imaginables en un país de ferviente tradición católica. Algunas manifestaciones fueron convocadas frente a las catedrales de Katowice, Cracovia. Varios activistas irrumpieron durante la misa en una iglesia en Poznan.

El martes el líder ultracatólico Jaroslaw Kaczynski, considerado el hombre con más poder en el Gobierno de Polonia, exacerbó todavía más los ánimos al llamar a los ciudadanos a “defender las iglesias” frente a las “hostilidades” de los manifestantes. 

Los alcaldes de varias ciudades, incluida la capital, Varsovia y Cracovia, también apoyaron la iniciativa de Strajk Kobiet. Hanna Zdanowska, la alcaldesa de Lodz (con más de 700.000 habitantes), se sumó a las protestas y publicó una foto en Twitter de un asiento de oficina vacío. Su homólogo en la ciudad de Poznan (con alrededor de medio millón de habitantes) también difundía este martes en la misma red social su apoyo a las mujeres que hicieran huelga. Los dos políticos pertenecen al principal partido de la oposición, la formación de derecha moderada Plataforma Cívica.

En la sucesión de protestas que se extendieron por la capital, miles de personas se concentraron también frente a la sede de la organización ultraconservadora Ordo Iuris para mostrar su indignación por la influencia que según denuncian tiene esta asociación en el Gobierno, al haber radicalizado todavía más las políticas del partido Ley y Justicia (PiS).