El gobierno de Colombia discute salir al rescate de la colombiana Avianca, que se presentó al Capítulo 11 en Nueva York, es decir, que solicitó el procedimiento de quiebra. Una buena postal de las repercusiones de la crisis en este sector.

Mientras tanto en Europa las compañías están a favor de medidas como la toma de temperatura o el pasaporte sanitario, pero avisan de que dejar asientos libres supondría subir un 50% los billetes o quebrar. Parece que los vuelos tras el confinamiento serán muy similares a los de antes de la pandemia, pero con más incomodidad y muchas más esperas. Los viajeros deberán acostumbrarse al uso obligatorio de mascarilla, la eliminación de servicios a bordo y medidas como los controles de temperatura o un pasaporte de inmunidad. Pero las aerolíneas se niegan de plano a dejar asientos libres como exigen algunos Gobiernos.  La UE intentará pactar el miércoles una norma común.

A la espera de que los Gobiernos y los reguladores pacten esa norma común europea, compañías como Iberia, American Airlines, Air France o Lufthansa ya han adelantado un protocolo de seguridad en los primeros vuelos de esta era pospandemia. De acuerdo a ese modelo, los viajeros tienen que acostumbrarse al uso obligatorio de mascarilla, la eliminación de la mayor parte de los servicios a bordo y la demora para cualquier trámite, tanto en el aeropuerto como en el avión, por la aplicación de medidas extra de higiene y distanciamiento social. Antes de embarcar, también se implantarán controles de temperatura o incluso se baraja la introducción del pasaporte sanitario de inmunidad para certificar que los pasajeros son inmunes a la enfermedad, a pesar de que tanto la OMS como expertos independientes señalan que no es recomendable desde el punto de vista sanitario.

El miedo instintivo al contagio en un espacio cerrado choca con el mensaje que están lanzando insistentemente las aerolíneas de que el avión es el medio más seguro para viajar. Varios pasajeros de un vuelo de Iberia Express entre Madrid y Gran Canaria mostraban su airada protesta a través de las redes sociales por las condiciones en las que el pasado domingo efectuaron ese trayecto, alegando que el avión iba “casi lleno” y sin que pudiera mantenerse la distancia de seguridad entre pasajeros. La Guardia Civil presentó una denuncia. Iberia recordó que, por el momento, ninguna norma obliga a dejar asientos vacíos.

“El avión es probablemente una de las mejores formas de viajar en un mundo poscovid-19 porque el sistema de ventilación de las cabinas ya está diseñado para purificar el aire, que circula de arriba a abajo, no de adelante hacia atrás o de izquierda a derecha. Durante el vuelo, el aire de la cabina se recicla cada 2 o 3 minutos. Nuestros aviones están equipados con los mismos filtros que se utilizan en los hospitales”, señalaba el consejero delegado de Airbus, Guillaume Faury en una entrevista en EL PAÍS.

En la misma línea, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que agrupa a la mayor parte de las aerolíneas comerciales de todo el mundo, apunta que ese sistema de filtros, conocido como HEPA, limpia el aire del interior de la cabina capturando partículas que puedan contener el virus con una eficiencia del 99,97%, garantizando que el aire se mantenga limpio y estéril. Por eso, se opone completamente a cualquier solución que pase por dejar asientos vacíos. “La evidencia, aunque limitada, sugiere que el riesgo de transmisión del virus a bordo de un avión es bajo, incluso sin medidas especiales”, señala Alexandre de Juniac, director general del lobby aéreo.

La asociación calcula que obligar a mantener asientos vacíos como los de la fila central en los vuelos podría reducir la capacidad de pasaje a un 62%, cuando la industria requiere actualmente para ser rentable una ocupación del 77%. Los costes se dispararían y los precios de los billetes aéreos tendrían que subir entre un 43% y un 54% dependiendo de la región. Solo cuatro aerolíneas de una muestra de 122 serían capaces de sobrevivir si se aplica esa medida de distancia social, calcula IATA.

“Afortunadamente, las aerolíneas tienen experiencia y saben que ya existe un riesgo muy bajo de transmisión de virus a bordo. Cualquier forma de distanciamiento físico es innecesario, ineficaz y simplemente impracticable dado que se puede lograr el mismo resultado deseado usando máscaras faciales en un ambiente de cabina ya esterilizado”, señala Thomas Reynaert, director gerente de Aerolíneas para Europa (A4E).

“Hay mucha incertidumbre. Los vuelos se han interrumpido porque hay indicios de transmisión en los aviones. Sabemos que el virus se transmite por unas gotitas que se forman al toser, hablar o estornudar y que se desplazan hasta un metro. En una distancia menor de dos metros, la mascarilla ayuda. Además, en un avión la renovación del aire es limitada”, explica el doctor Joan Ramón Villalbí, de la junta directiva de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas).

La apuesta del sector para reducir el riesgo de contagio es el uso obligatorio de mascarillas por parte de los pasajeros y la tripulación, y el control de temperatura de pasajeros, trabajadores del aeropuerto y viajeros. Unos controles que, por ejemplo, ya ha implementado Air France desde el lunes en todos sus vuelos utilizando termómetros de infrarrojos sin contacto. A los clientes con una temperatura superior a 38 °C se les deniega el embarque y su reserva se le cambia gratuitamente para otra fecha.

“Los controles de temperatura, los test de la covid-19, que el pasajero esté provisto de la mascarilla a la que obliga la normativa, sin descartar otras medidas como el pasaporte de inmunidad, de tal modo que el pasajero que atraviese o supere dicho control pasaría a una zona estéril en el propio aeropuerto, son suficientes. Ello haría innecesario, por ejemplo, medidas como la supresión de asientos en el interior del avión”, insiste Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA).