Lo que está en juego en la interna del partido demócrata de Estados Unidos es cual es el candidato en mejores condiciones de enfrentar a Trump. Quién está en posición de derrotarlo, en realidad, por que los demócratas anuncian que cuatro años más del republicano en la Casa Blanca constituirán, lisa y llanamente, el apocalipsis.

Así las cosas, comenzó la discusión con una veintena de precandidatos, algunos de los cuales no llegaron a participar de ninguna primaria y otros que se bajaron prontamente en las primeras estaciones.

Al supermartes de ayer llegaban seis para disputar el tercio de delegados a la Convención Demócrata que designará al futuro candidato. Se eligieron simultáneamente en 14 estados, 1357 delegados, sobre un total de unos 4500; sobresalía el estado de California con 415.

El condimento especial es una organización que reúne fondos para financiar una campaña contra el Senador por Vermont, Bernie Sanders, que hasta ayer encabezaba todas las encuestas. Solamente en la jornada del martes se invirtieron 850.000 dólares en avisos que señalan que si Sander es elegido candidato se estarán propiciando 4 años más de Trump en el gobierno.

Por si fuese poco, a horas del supermartes, una candidata y un candidato en carrera, declinaron sus candidaturas e hicieron anuncio público solicitando a sus votantes apoyar a Biden.

Y para completar el cuadro, aparecía Michael Bloomberg, la novena persona más acaudalada del planeta, que decidió ingresar a la contienda directamente el supermartes, desdeñando las 4 primarias que ocurrieron antes. Se sabe que invirtió 500 millones de dólares en campaña publicitaria, especialmente en California. Pero en este caso, la billetera no funcionó y resultó el gran derrotado en la jornada, en la que solo parece haber conseguido 8 delegados.

A esta hora continúa el recuento definitivo, pero ya se sabe que Biden ganó en 9 de los 14 estados, Sander en 3 y debería adjudicarse los dos restantes, incluido California.

Con este escenario, Biden y Sander quedarán casi empatados en delegados y con una diferencia tal con los otros cuatro candidatos que muy probablemente los hará desistir de la competencia.

Quedarán así definidos dos perfiles: el blanco, católico y cuasi convervador Biden de un lado para confrontar con el "socialista" Sanders, a quién no dejan de recriminarle sus opiniones favorables a Cuba.

Así las cosas, lo que se juega en la interna demócrata es si la forma de desalojar de la Casa Blanca a un empresario autocrático es con Dios o con el Demonio. Suponiendo, claro, que los demócratas tengan alguna oportunidad de ganar la elección presidencial en Noviembre próximo.