Los últimos ocho años han sido los más calientes de la historia desde que se llevan registros.

Los últimos tres son parte de esa tendencia con el “agravante” de que las temperaturas estaban siendo “moderadas” por el efecto de “La Niña”, patrón climático determinado por la temperatura de las aguas superficiales en el Océano Pacífico tropical, que enfría ligeramente el globo. 

Su hermano mayor, “El Niño” provoca meses con extremos de temperatura que ya durante el último ciclo en 2016, se tradujeron en meses en que la temperatura promedio estaba 1,3 °C por encima del promedio.

La gráfica es clara al mostrar como los "Niños" se corresponden con extremos de temperatura, que se vienen pronunciando en cada nuevo período. Gráfica: Centro Nacional de Información Ambiental del NOAA
La gráfica es clara al mostrar como los "Niños" se corresponden con extremos de temperatura, que se vienen pronunciando en cada nuevo período. Gráfica: Centro Nacional de Información Ambiental del NOAA

Desde fines de diciembre se viene anunciando, cada vez con más consenso científico, que a partir de marzo comenzará un período de “neutralidad” en las oscilaciones de la temperatura del Pacífico ecuatorial. Y que, en nuestra próxima primavera, se transformará decididamente en un “Niño Recargado”, dado que a su habitual tendencia a producir un calentamiento del planeta deberá sumarse el efecto acumulado de calentamiento por efecto de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero.

El regreso de El Niño muy probablemente agregue tensión a los ecosistemas más sensibles, como la Gran Barrera de Coral o a la selva amazónica, y de hecho se estima que podremos tener una idea temporal de cómo es vivir en un planeta que es 1,5 °C más cálido que en la época preindustrial, el nivel en que los científicos advierten que se pueden desatar algunas de las consecuencias más drásticas del cambio climático.

Aún hay algo de incertidumbre. El Niño tiene un 60 % de posibilidades de formarse para en nuestra primavera según el último reporte de la Agencia Nacional de Administración Oceánica de Estados Unidos (NOAA), aunque otros reportes indican probabilidades aún más altas: investigadores de Alemania y China pronosticaron un 89 % de posibilidades de que el patrón surja este año, y además advirtieron que podría ser fuerte.

El mundo ya se ha calentado un promedio de 1,2 °C desde que la Revolución Industrial marcó el comienzo del uso generalizado de combustibles fósiles. La mayoría de las estimaciones decían que el calentamiento de 1,5 °C no llegaría hasta al menos principios de la década de 2030. 

Sin embargo, Adam Scaife, jefe de predicción a largo plazo en la Oficina Meteorológica del Reino Unido, le anunciaba a The Guardian el mes pasado que las chances de que este nuevo “El Niño” pueda empujar al planeta por encima de esa marca por primera vez en los próximos cinco años son 50 y 50.

Las Consecuencias

Alcanzar 1,5 °C de calentamiento puede, según las previsiones con más consenso, desencadenar situaciones que se retroalimentarán de modo irreversible: la desintegración de las capas de hielo en Groenlandia y la Antártida occidental, el deshielo abrupto del permafrost en el Ártico o el colapso de la corriente del Golfo del Océano Atlántico (tal como se imaginó en 2004 para la película “El Día Después del Mañana”).

La llegada de El Niño podría ser desastrosa para la selva amazónica, que se acerca a un "punto de inflexión" crítico. La selva tropical, que quedó desguarnecida en los 4 años de Bolsonaro al frente de la presidencia, podría transformarse en una sabana cubierta de hierba, liberando las vastas reservas de carbono almacenadas en sus árboles.
La sequía y los incendios provocados por el último Niño mataron aproximadamente 2.500 millones de árboles en el Amazonas, convirtiendo temporalmente a uno de los ecosistemas de captura de carbono más grandes del mundo en una fuente gigante de emisiones de carbono.

Al mismo tiempo que algunas áreas se secan, otras son sometidas a inundaciones y a temporales y huracanes de mayor intensidad. Y, como cualquier otro año, el hielo que se derrite de la tierra hacia el océano ayuda a elevar el nivel del mar.

El último Niño probablemente incidió en el gran derretimiento en la Antártida en enero de 2016 , cuando la plataforma de hielo de Ross resultó afectada un área equivalente a casi la mitad de la superficie Argentina del continente antártico o a dos provincias de Buenos Aires.

Un Niño más fuerte seguramente acelerará aún más un proceso que aún durante los años de La Niña se profundizó dramáticamente, según advertía un reciente informe.

En su reporte sobre el tema, la web grist.org, especializada en la intersección del clima con temas como política, equidad y soluciones recoge las expresiones de Josef Ludescher, científico del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático en Alemania.

“En los últimos 40 años el mundo ha visto algunos de los El Niño más fuertes registrados, pero no está del todo claro si se trata de una tendencia o simplemente de una casualidad. En cualquier caso, la mayoría de los modelos pronostican que el mundo seguirá viendo El Niño intenso durante el próximo siglo, una señal preocupante de que los años más cálidos por venir serán aún más cálidos que lo previsto”.