Recalculando

Ser latinoamericano, o vivir en alguno de los países que componen la región, parece siempre representar una complejidad. ¿Fatalidad, acaso? Conviene optar por el término contingencia, más vinculado con las cosas prácticas de la existencia. No hay manera de rehuir del destino, que persiste.

"No hay ningún motivo para ser optimistas", dijo la semana pasada el ministro de Economía Martín Guzmán. No sabemos si se refirió a la situación sanitaria o al contexto económico. Lo mismo da. El dilema economía o salud es falso. Fake. De nada sirve la economía si no nos mantenemos con pulso; de nada sirve seguir vivos si no hay medios para sustentarse. 

Esta semana Guzmán hará formal la propuesta por canje de deuda a tenedores extranjeros. Se presume que la propuesta de quita rondará el 60% y los plazos no serían menores a los cuatro años. La titular del FMI, Kristalina Georgieva, hizo público un pedido, en sintonía con lo que expresó en la misa de ayer el papa Francisco: solidaridad con la posición argentina por parte de los acreedores privados. 

En otras palabras, el coronavirus modificó todo. Veremos el desarrollo de la secuencia que, seguramente, en el actual contexto de pandemia, se prolongará más de lo previsto. El pasado 10 de diciembre, cuando asumió el gobierno, era imposible pensar que la cuestión de la deuda no sería el principal desafío político y económico de los cuatro años de mandato. Tanto como era impensada la foto de Fernández, Kicillof y Larreta y el durísimo confinamiento que estamos transitando. Entre tanto, el gobierno nacional es quizá el que reaccionó más rápido y muestra una curva más controlada en relación a sus vecinos. Alberto F., uno de los dirigentes con mayor porcentaje de aceptación.

“América Latina se enfrenta a la recesión más profunda”

Lo dijo Alejandro Werner, responsable del Fondo Monetario Internacional para la región. Este ciudadano mexicano -nació en Argentina- no fue para nada optimista. Dijo que, a pesar de una posible y rápida reactivación, las consecuencias económicas y sociales del COVID-19 dejarán una marca de proporciones históricas.

Las líneas que dejó Werner afectan a todo el continente por las características de cada una de las economías y sus inserciones en las cadenas de valor. Recesión de todos los socios comerciales: EE.UU y China, principalmente; caída en los términos de intercambio a nivel mundial: depresión tanto de la oferta como la demanda; crisis en el mercado del petróleo: la OPEP+ estableció recortes para frenar el hundimiento del ya mermado precio del barril. El tijeretazo puede superar los 10 millones de barriles diarios; caída abrupta del turismo, importante ingreso de divisas para la mayoría de los países; caída de las remesas, con Centroamérica como el sector del mapa más afectado. 

“Va a ser la recesión más profunda de los últimos 50 años”, dijo el representante del FMI, encargado del Departamento del hemisferio occidental.

¿Hacia un orden keynesiano?

El Banco Mundial publicó su pronóstico para la región. Tormentas y caída de granizo. La proyección se dio a conocer ayer domingo: el 2020 cerraría con una caída del PIB del 4,6% promedio.

El Banco Interamericano de Desarrollo, por su parte, había dado sus números unos días antes: los augurios van del retroceso del 1,8% hasta el 5,5%. En términos cualitativos este desplome representa el peor horizonte desde que la entidad con sede en Washington realiza sus registros (1961). 

Las expectativas en el actual contexto dejarían atrás los porcentajes negativos de la titulada Gran Recesión: en 2009 el PIB regional retrocedió apenas un 1,9%. 

Algo inusual en los organismos financieros multinacionales es el llamado que acaba de hacer el BM: no es momento de austeridad. Para evitar una crisis financiera, el mercado irá adoptando -ya lo está haciendo- medidas de tinte keynesiano. Proteger a los eslabones más débiles de la sociedad es hoy proteger la sustentabilidad del sistema. En ese sentido, el multilateral recomienda apoyo económicos a los sectores vulnerables, sumergidos mayormente en el trabajo no registrado.

En esta línea, el gobierno de Fernández mostró una rápida reacción: aumento de subsidios y asignaciones, REPRO para atenuar los efectos de la cuarentena en PYMES, paquetes de ayuda para la gran parte de la población que discurre en la informalidad: en Argentina por encima del 30%, en algunos países de la región llega a la decadente cifra del 50%. 

Con la informalidad como uno de los grandes dramas, Argentina y sus vecinos tienen un reto extra: lograr que las ayudas lleguen realmente a los hogares correctos. Estados Unidos y Europa disponen de bases de datos digitales y pueden así actuar directamente donde emerge la necesidad. El traspié de la cola de jubilados en los bancos mostró el contraste en relación con los Estados más avanzados. Los cuatro años de abandono macrista también ayudan a comprender esa distancia.