Los países del este europeo vienen sufriendo un pico de la pandemia desde el inicio del invierno boreal y uno de los más afectados es la República Checa, país con poco menos de 11 millones de habitantes. En la última semana el promedio diario móvil semanal resultó superior a los 12 mil casos, tendencia ratificada por los 15.196 casos que reportan hoy las autoridades de salud.

Y cómo ha ocurrido en cada territorio en que se alcanzan estas cifras récord de enfermos de covid-19, rápidamente se ocupan todas las camas de cuidados intensivos y la infraestructura de atención de la salud colapsa. Por eso, República Checa inició este martes el traslado de pacientes a otros países.

La primera, a Polonia. Una mujer de 68 años de la región de Pardubice fue trasladada a Raciborz, Polonia. El canciller Tomas Petricek dijo que otros seis enfermos irán a Alemania. Pardubice fue la primera de las 14 regiones del país en declarar que la totalidad de las camas de cuidados intensivos en sus cinco hospitales regionales estaban ocupadas por enfermos graves de covid-19 y no tenía lugar para más.

Lo mismo sucedió luego en la región de Plzen. El ministro de Salud, Jan Blatny, pronosticó que esta semana será "la más crítica" para los hospitales abrumados. Según el ministerio, 8.478 enfermos de covid-19 requirieron hospitalización el lunes, 1.789 de ellos en cuidados intensivos.

Lo cierto es que la República Checa no es el único territorio de la región en problemas: Polonia, Ucrania y Rumania están afectadas también por la "ola invernal" en un contexto muy contradictorio respecto a la aplicación de las vacunas. Mientras Polonia comenzó negociaciones con China para forzar a la Unión Europea a adquirir estas vacunas, en Rumania, la semana pasada, miles de personas protestaron en el parlamento contra la estrategia de vacunación del gobierno.