A mediados de los 60 se publicó el libro J. L. Mero “Los recursos minerales del mar”. El libro afirmaba que se podrían encontrar suministros casi ilimitados de cobalto, níquel y otros metales en los océanos del planeta, con la condición de estar dispuestos a llegar a lo profundo: algunas de las formaciones más valiosas están en el fondo marino, a profundidades de hasta 5.000 metros y más.

Por entonces, muchas naciones como Francia, Alemania y Estados Unidos, enviaron barcos de investigación en busca de depósitos. Las estimaciones iniciales de la viabilidad de la minería marina resultaron ser muy exageradas y el descenso en los precios del metal de fines de los 70, llevaron prácticamente a abandonar esos proyectos. Se estima que se gastaron unos 650 millones de dólares en exploraciones sin provecho inmediato.

Sin embargo, en la última década comenzó una nueva fase de la minería marina. La creciente demanda de metales preciosos en Japón, China, Corea e India devolvió el interés a la búsqueda de nuevas fuentes.

Y sobre esta ola, la demanda de metales para la reconversión hacia las energías limpias y de nuevas fuentes para fertilizantes terminaron de generar las condiciones para el inicio de actividades, aun cuando la legislación no estaba concluida y los estudios sobre los posibles impactos, son prácticamente nulos. Greenpeace, tiene la actividad catalogada como "Problema para el Planeta".

Antecedente legal significativo

Por eso cobra relevancia un fallo de la corte suprema de Nueva Zelanda, en el que una compañía minera en alta mar ha sido impedida de extraer millones de toneladas de arena de hierro frente a la costa de South Taranaki, en la Isla Norte de aquel país.

La decisión unánime del jueves de la corte suprema de Nueva Zelanda confirmó las decisiones previas de tribunales inferiores, que habían revocado el permiso que Trans-Tasman Resources (TTR) había obtenido de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) para la operación.

Los grupos ambientalistas describieron el fallo como una victoria y el "último clavo en el cajón" de la iniciativa. Sin embargo, la empresa minera, en una retorcida interpretación administrativa del fallo, dijo que el le habían abierto el camino a una solicitud de "re-aprobación" que aseguran será con éxito.

La captura de minerales en el fondo marino no permite apreciar el daño tan directamente como en la superficie, pero sus alcances son potencialmente contaminantes. Imagen: dsmf.im
La captura de minerales en el fondo marino no permite apreciar el daño tan directamente como en la superficie, pero sus alcances son potencialmente contaminantes. Imagen: dsmf.im

James Hita, de la campaña contra la minería de los fondos marinos de Greenpeace Aotearoa, dijo: “Este fallo es una victoria para el océano y para el poder de la gente. Durante casi una década, Iwi , Greenpeace, Kasm [Kiwis contra la minería de los fondos marinos] y las comunidades costeras han trabajado juntas para oponerse a la propuesta de minar en la Bahía de South Taranaki. Y hoy ganamos ".

La EPA había otorgado el consentimiento de TTR para minar un área de 66 kilómetros cuadrados en el lecho marino frente a South Taranaki en 2017. Ngāti Ruanui y 10 grupos ambientalistas y de pesca lucharon contra la aprobación desde entonces.

En su sentencia de 130 páginas, la Corte Suprema se ocupó de una serie de cuestiones relativas a la interpretación y aplicación adecuadas de la Ley de Zona Económica Exclusiva y Plataforma Continental (Efectos Ambientales).

La corte suprema dijo que, dada la incertidumbre de la información sobre cómo las actividades de TTR afectarían a las especies, incluidos los mamíferos marinos y las aves marinas, el comité de toma de decisiones de la EPA “simplemente no podía estar satisfecho de que las condiciones que impuso fueran adecuadas para proteger el medio ambiente de la contaminación provocada por la actividad".

Se han documentado más de 35 especies de mamíferos marinos en la región de la Bahía South Taranaki, incluidas al menos ocho especies o subespecies clasificadas como amenazadas o vulnerables por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, incluida una población genéticamente distinta y aislada de ballenas azules de Nueva Zelanda que viven allí todo el año.

TTR afirmó que el tribunal de apelación se había basado demasiado estrictamente en la protección ambiental y que la evaluación de la propuesta también debe considerar los beneficios económicos.
El argumento es siempre el mismo: el dinero debería ser más importante que el ambiente.

En nuestra región

Por el momento, ni siquiera en Chile, el país con más desarrollo regional en la minería, no existen proyectos en curso de explotación ni de exploración, aunque dada la extendida área de las plataformas continentales y la riqueza minera de los territorios, diversas mineras internacionales consideran proyectos en el área.