Cuanto más verde es el entorno donde vive una persona, menor es el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular (ACV), según un estudio de investigadores de la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami. Anteriormente ya habían comprobado que lo mismo ocurre con los accidentes cardiovasculares.

La diferencia en el riesgo alcanza hasta un 26% en uno de los tipos de ACV incluidos en la investigación, según dijo a EFE William Aitken, coautor del estudio, que acaba de ser presentado en una conferencia internacional.

Aitken, un joven investigador en cardiología y científico de salud pública de la Universidad de Miami y el Hospital Jackson Memorial, explicó que el estudio se inscribe en una serie de investigaciones para ahondar en cómo el medio ambiente afecta a la salud de las personas.

Para hacerlo, los científicos usaron imágenes de varios vecindarios del condado de Miami-Dade y los dividieron en tres grupos según el tamaño de la masa de árboles, plantas y pastos existentes en cada uno. Después estudiaron los registros médicos de las personas de 65 años en adelante e inscritas en Medicare (el seguro social para mayores en EE.UU.) de cada uno de los tres grupos, y ajustaron los datos con factores como el género, los ingresos y la raza y el origen étnico.

También tomaron en cuenta si los residentes tenían factores de salud, como diabetes, presión arterial alta o colesterol alto, que podían afectar su riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular.
En total se estudiaron los registros de más de 249.000 beneficiarios de Medicare que vivían en el condado de Miami-Dade en 2010 y 2011, y se halló que, en general, el riesgo de sufrir un derrame cerebral era un 20% menor entre las personas de los barrios más verdes comparadas con los residentes en zonas menos verdes.

En cuanto un ataque isquémico transitorio (AIT o "mini accidente cerebrovascular") la diferencia llega a un 26% y en el accidente cerebro vascular isquémico a un 16%. Desde el punto de vista de la estadística, solo en el tipo de ACV hemorrágico, que produce sangrado en el cerebro, el riesgo de padecerlo resultó el mismo en las tres zonas.

"Hay mucha evidencia de que nuestro entorno natural influye en la salud", pero no se conoce cuál es el "mecanismo preciso" de esa influencia, "aunque sospechamos que es una combinación de factores", dice Aitken. Cuando se le pregunta si basta con rodearse de vegetación para estar más protegido frente a un ACV, responde que hay otros factores como el ejercicio físico y unos hábitos saludables que cuentan, sin olvidar los factores genéticos.

Aitken indicó que este estudio comparativo es una continuación de un cuerpo de investigación iniciado hace dos años con una investigación sobre el nivel de riesgo de problemas de corazón en relación al nivel de vegetación de un vecindario.
El estudio de 2019 mostró que los habitantes de las zonas más verdes de Miami-Dade tenían un 25% menos de riesgo de tener un infarto, y un 20% menos de problemas del corazón en general que los de las zonas menos verdes.

Ahora los investigadores de la Facultad de Medicina Miller quieren saber si los resultados de los dos estudios ya realizados se mantienen en el tiempo y determinar si cambian cuando hay incrementos o descensos de la masa vegetal en cada una de las áreas objeto de investigación.

"Nuestra investigación muestra que en el condado de Miami-Dade, grandes poblaciones viven en bloques de poca vegetación, a menudo en los vecindarios más pobres con las poblaciones más vulnerables", dijo. "Si podemos mejorar su salud cardiovascular en un 20% mediante la plantación de árboles, incluso sin requerir cambios importantes en el estilo de vida, que son tan difíciles de lograr, podríamos tener un impacto notable en nuestras poblaciones más necesitadas", señaló Aitken.

Agregó que el estudio podría animar a las ciudades a incorporar más espacios verdes y a las personas a pasar "un poco más de tiempo en el medio ambiente". Scott C. Brown, profesor asociado de investigación de ciencias de la salud pública e investigador principal del estudio, señaló también que sus hallazgos debe serían tomados en cuenta por los responsables de urbanismo.

"En la medida en que la investigación pueda identificar qué aspectos de la vegetación y los parques pueden estar asociados con tasas más bajas de accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades crónicas, este trabajo puede ayudar a los legisladores a optimizar su inversión en la plantación de árboles y la programación de parques de manera de lograr el mejores beneficios económicos y de salud en los vecindarios de mayor riesgo", concluyó.