Las vacunas contra la covid-19 llegan con cuentagotas a un mundo que se enfrenta a la peor pandemia del último siglo: todavía se producen pocas dosis, los países ricos las acaparan para tratar de volver a la normalidad lo antes posible, en muchos países se desatan escándalos por los que “se saltan la fila” … Pero en Alemania ha surgido un problema inesperado: el rechazo a una de las vacunas, la de Oxford y AstraZeneca.

En un escenario de escasez generalizada, Alemania tiene almacenadas el 85% de las inmunizaciones que ha recibido de la compañía anglosueca. De cerca de 1,5 millones de dosis entregadas, se han administrado poco más de 200.000. El ritmo de vacunación empieza a preocupar al Gobierno de Angela Merkel y a los expertos porque estos pinchazos son clave para lograr el objetivo que se ha impuesto la Unión Europea: que el 70% de los adultos estén inmunizados antes del fin del verano boreal.

Las noticias sobre la menor efectividad de la vacuna de AstraZeneca han provocado que miles de sanitarios y otros trabajadores esenciales falten a las citas para recibir las dosis. Alemania fue el primer país europeo que decidió usar esta inmunización solo en menores de 65 años, por la falta de datos sobre su efectividad en los mayores. 

Ahí empezó a gestarse el problema de reputación de la vacuna de AstraZeneca, asegura Hajo Zeeb, epidemiólogo del Instituto Leibniz de Investigación Preventiva y Epidemiología, que se ha visto agravado por “la mala comunicación” sobre su efectividad. “La vacuna de AstraZeneca es segura y muy eficaz. Previene muchas infecciones y protege contra enfermedades graves”, publicó en su cuenta de Twitter el portavoz de Merkel, Steffen Seibert, ante el goteo de noticias en la prensa regional que relatan cómo muchos empleados públicos consideran la vacuna peor que las otras y prefieren esperar. Una negativa que en algunos casos se ha atribuido también a los supuestos peores efectos secundarios.

Ya hay varios expertos que apuntan a que será necesario cambiar la estrategia de vacunación para poder usar las dosis de AstraZeneca con quienes sí quieran ser inmunizados. Los docentes, por ejemplo, podrían ser recolocados en un grupo con mayor prioridad. Es una opción que valoran las autoridades sanitarias, especialmente porque esta semana han abierto, tras dos meses sin actividad presencial, guarderías y colegios de primaria en 11 de los 16 Estados federados alemanes. “Dado que en Alemania no hay obligación de vacunarse contra la Covid-19, habrá personas a las que se adelantará la vacunación cuando otras la rechacen”, confirma a este diario el Ministerio de Sanidad. “Pero hay que recordar que quienes la rechazan no están protegidos contra la enfermedad”, añade un portavoz. Alemania ha vacunado con la primera dosis a 3,4 millones de personas (el 4,1% de la población).

“No lo entiendo. Cualquier vacuna es mejor que no tener ninguna protección frente al coronavirus”, señala Carsten Watzl, secretario general de la Sociedad Alemana de Inmunología. “Los científicos tenemos que trasladar a la población los hechos: la vacuna de AstraZeneca es muy buena. El último estudio publicado le da un 80% de efectividad cuando las dosis se espacian entre nueve y doce semanas, que es lo que estamos haciendo en Alemania”. Watzl explica también que mucha gente no ha entendido cómo funcionan los ensayos clínicos y qué quieren decir los porcentajes de eficacia. Que una vacuna tenga un 80% de eficacia no quiere decir que una persona que se vacuna tenga un 20% de probabilidades de enfermar. Las vacunas reducen el riesgo relativo, es decir, si el riesgo de enfermar gravemente de una persona joven ya es bajo sin vacuna, con ella ese riesgo individual es un 80% menor.

Hay que tener en cuenta otra particularidad de la vacuna de AstraZeneca. Precisamente porque se está administrando a menores de 65 años es más probable que se comuniquen más síntomas indeseados. “Las personas jóvenes presentan más efectos secundarios que las mayores”, explica Watzl. El sistema inmunitario de los jóvenes es más activo y por eso la reacción a la vacuna es mayor. Por eso, asegura, no hay que alarmarse cuando se publica que el 20% o el 30% de los bomberos o de los sanitarios de un mismo parque u hospital no han ido a trabajar al día siguiente de la vacunación por encontrarse mal. “Es lo esperable”, subraya. “Lo único que demuestran esos casos es la mala planificación de los responsables de la vacunación”, añade.

Algunos Estados federados ya están recomendando no administrar la vacuna a todos los empleados a la vez para evitar que se produzcan muchas bajas simultáneas. Es lo que ocurrió en el hospital Herzogin Elisabeth de Braunschweig, en Baja Sajonia, a unos 240 kilómetros al oeste de Berlín. El 11 de febrero el centro administró 88 dosis a otros tantos empleados, de los que 37 no fueron a trabajar al día siguiente por encontrarse mal, según contó el periódico local Braunschweiger Zeitung. Una portavoz del hospital aseguró que iban a paralizar la campaña temporalmente para no quedarse sin personal suficiente para atender a los pacientes. Una residente del centro, Hristina Markova, relató a Der Spiegel los síntomas que sufrió: “12 horas después de vacunarme, de repente tuve escalofríos y fiebre, que por la noche llegó a 40,3”. Al día siguiente se tomó medicación para la fiebre y fue a trabajar pero a mediodía tuvo que volverse a casa.

En sentido estricto, las reacciones a la vacuna no son efectos secundarios porque ya estaban descritos y eran esperables. “En general son los mismos que se reportaron en los ensayos clínicos y además son similares a los que se han observado en las otras vacunas aprobadas en Europa, las de BioNTech/Pfizer y la de Moderna”, asegura Carlos A. Guzmán, jefe del departamento de Vacunología y Microbiología Aplicada del Centro Helmholtz de Investigación sobre Infecciones. Con la única diferencia, apunta, de que “un porcentaje ligeramente mayor” de los vacunados con AstraZeneca desarrolla fiebre. El inmunólogo Watzl apunta a otra pequeña diferencia: mientras las reacciones a la vacuna anglosueca se producen sobre todo tras la primera dosis, en el caso de las otras dos se han descrito más tras la segunda.

“Es una pena”, dice Zeeb, que la gente se quede con algunos titulares y no se informe mejor sobre lo que está ocurriendo en otros países, como el Reino Unido, “donde la vacuna de AstraZeneca se está usando masivamente sin problemas”, o que no escuche a la OMS, que recomienda la inmunización “para todas las edades en adultos”. Tanto él como Guzmán son optimistas: creen que en cuanto se publiquen más datos, y se comuniquen correctamente, las reticencias de los alemanes desaparecerán.