Ayer un gesto sencillo pero intenso de Cristiano Ronaldo, en lo que hubiera sido una desabrida conferencia de prensa, recorrió el mundo y derrumbó las acciones de la gigante multinacional.

Rápidamente se supo que el astro del fútbol mantiene una celosa dieta que excluye las gaseosas y recurre sistemáticamente al saludable consumo de agua; simple agua.

Inmediatamente se actualiza la discusión sobre el sentido del consumo de gaseosas y también sobre los múltiples impactos que este tipo de bebidas tienen sobre la salud de la población y también sobre el ambiente.

Es que, sólo para comenzar, en Argentina se estima que tomar gaseosas, jugos, aguas saborizadas y otras bebidas azucaradas desencadena cada año 357.000 casos de diabetes en hombres y 282.000 en mujeres..

El estudio se desarrolló en cuatro países (Argentina, Brasil, El Salvador y Trinidad y Tobago) y fue financiado por el International Development Research Centre (IDRC) de Canadá. Del mismo participaron investigadores y decisores sanitarios de universidades, centros de investigación e instituciones públicas . El trabajo incluyó el desarrollo un modelo matemático que permitió estimar la carga de enfermedad producida por las bebidas azucaradas y el potencial impacto de las intervenciones dirigidas a reducir su consumo.

Los datos son alarmantes porque la diabetes, que afecta al 11% de los argentinos según la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, aumenta las posibilidades de mortalidad prematura, enfermedades cardiovasculares, ceguera, lesiones renales, infecciones, úlceras en los pies y amputaciones. Y, hay que agregar en los pandémicos tiempos que corren, incrementa la probabilidad de desenlaces adversos de COVID-19.

De acuerdo con los investigadores de este trabajo, la diabetes atribuible al consumo de bebidas azucaradas causa por año en el país 750 muertes en hombres y 560 en mujeres, lo que representa respectivamente el 21% y el 17% de todos los decesos por esa causa.

Además de diabetes, tomar gaseosas, jugos y otras bebidas con azúcar produce en Argentina 514.000 casos de sobrepeso y obesidad en adultos y 774.000 en niñas, niños y adolescentes, una franja de la población particularmente vulnerable porque las preferencias alimentarias se crean en esa edad y luego tienden a sostenerse en el tiempo.

Asimismo, se le pueden adjudicar por año 54.000 casos de enfermedades cardíacas, 29.000 accidentes cerebrovasculares, 34.000 problemas osteomusculares, 21.000 lesiones renales, 16.000 casos de asma y 9.000 de cáncer y otras patologías, concluyó el análisis del IECS. Por todas estas causas, en nuestro país las bebidas azucaradas son la causa de 12 muertes por día en Argentina.

El impacto sobre el ambiente

El principal cuestionamiento deriva del uso inapropiado del agua: producir una gaseosas implica consumir mucha más agua de lo que imaginamos y, por supuesto, un volumen muy superior a la cantidad que necesitamos para saciar la sed.

El estudio publicado en noviembre de 2009 por el Institute for Water Education de la Unesco, y realizado por investigadores de la Universidad de Twente (Holanda,)  puso un horizonte para medir el impacto de las bebidas gaseosas sobre el uso del agua.

Según este trabajo, una botella de medio litro de plástico PET tiene una huella hídrica, es decir, requiere directa o indirectamente, entre 169 y 309 litros de agua. Pero, cuidado, estos datos a menudo son malinterpretados.

En la propia fábrica se utilizaría menos del 0,3% de toda esa cantidad de agua, pues en la “hipotética” planta que el estudio ubica en Holanda se recupera toda la empleada en la limpieza, los cuartos de baño, las cocinas. Incluso las botellas de vidrio se limpian con aire antes de rellenarse. Así pues, la mayor parte de la huella hídrica se da en el resto de la cadena de producción, por el agua consumida -y la contaminada con pesticidas y fertilizantes- para la obtención de ingredientes como el azúcar, la nuez de cola y la cafeína (café).

El elemento mayoritario de la fórmula es el azúcar. Y el que una botella de esta bebida carbonatada necesite de 169 a 309 litros de agua dependería únicamente de si se emplease remolacha azucarera de Holanda o caña de azúcar de Cuba.

¿Tener una huella hídrica de entre 169 y 309 litros es mucho o poco? Estos valores deben ser utilizados con cautela, pero constituyen una buena referencia para los consumidores. Al igual que los cerca de 2.700 litros de la huella hídrica de una camiseta de algodón, los 140 de una taza de café, los 180 de un kilo de tomates o los 2.400 de una hamburguesa. Es importante tener en cuenta el uso que se dará a cada producto: una camiseta se usará muchas veces pero una hamburguesa o una gaseosa se consumen una sola vez.