La crisis humanitaria y social de Venezuela, en medio de unos últimos años con hiperinflación y emigración masiva, tiene desde hace días el formato “intromisión” de naciones del mundo. El puntapié lo dio la autoproclamación presidencial de Juan Guaidó, titular del Congreso del país, que fuera declarado “en desacato” hace un tiempo por una Justicia marcadamente oficialista.

Firme en su voluntad de cumplir el mandato, hasta el año 2025, para el que fue electo en los comicios de mayo pasado, fuertemente cuestionados hoy por la oposición, Nicolás Maduro agradeció a “Rusia, China, Turquía, y a todos los gobiernos y pueblos del mundo, por sus manifestaciones firmes y contundentes” de respaldo, aunque también mostró apertura.

En tal sentido, vía redes sociales volvió a convocar a la oposición.

“Respaldamos la propuesta de los gobiernos de México y Uruguay, de crear una iniciativa internacional de diálogo entre las fuerzas políticas en Venezuela, para buscar un acuerdo en el marco de nuestra Constitución, que garantice estabilidad y paz a todas y todos los venezolanos”, expresó.

Las posturas de estos países, los únicos integrantes del Grupo de Lima que se negaron a solicitar la intervención en Venezuela, aparece como una luz en el túnel, mientras la postura similar de la Unión Europea parece desintegrarse por divisiones internas.