La administración Biden se sigue moviendo para revertir las trabas y desmanes infligidos a la lucha contra la crisis climática por la administración anterior. Ahora en uno de los combates más singulares de la guerra cultural de Donald Trump durante su tiempo como presidente de Estados Unidos: la humilde bombilla eléctrica.

El departamento de energía de EE. UU. presentó un nuevo estándar para la eficiencia energética de las bombillas que esencialmente daría por terminada la era de la tecnología incandescente, vigente desde su invención en el sigo XIX, tal vez uno de los objetos que más extendió su vida a lo largo de las revoluciones tecnológicas.

Cabe recordar que el alemán Heinrich Göbel ya había registrado su propia bombilla incandescente en 1855, mucho antes por tanto que Thomas A. Edison, a quién suele atribuirse el invento. Tiempo después, pero siempre antes que Edison, el 11 de julio de 1879 se le concedió al ingeniero ruso Aleksandr Lodygin la patente nº 1619 por una bombilla incandescente.

Aunque en Europa la normativa que prohibió su fabricación y venta rige desde 2009, Estados Unidos, el principal contaminante del planeta, sostuvo esta “moratoria” por el capricho del ex presidente Donald Trump.

Es que Trump no es un enamorado de las luces LED. Mientras estuvo en la Casa Blanca usaba argumentos insólitos como cuando dijo que se veía "mejor bajo una luz incandescente que estas luces locas que están brillando hacia abajo", y se quejó en 2019 de que "siempre se ve naranja" bajo las luces LED. 
La Casa Blanca declaró entonces que el retorno de las lámparas incandescentes permitía a los estadounidenses "seguir adelante y decorar su casa con las luces que quisieran".

Con base en este permiso, a pesar del evidente sobrecosto económico y ambiental que representan, las incandescentes todavía dan cuenta de un tercio de todas las ventas de lámparas en USA.
El departamento de energía anuncia que la nueva norma, que pasará por un período de comentarios públicos, reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en 222 millones de toneladas métricas durante los próximos 30 años y ahorrará a los consumidores casi 3 mil millones de dólares al año.

Solo como referencia, el total de GEI emitidos por Argentina en 2016 fueron 364 millones de toneladas. Una muestra de los desequilibrios ambientales existentes en el mundo.

Aunque la norma llega desesperantemente tarde, el nuevo estándar se implementará de manera escalonada después de las presiones de los fabricantes, que dará lugar a varios años de nuevas ventas de incandescentes. “Este progreso es una buena noticia para los consumidores y para el planeta, pero la administración no está actuando aquí con la urgencia necesaria para abordar la crisis climática”, dijo Steven Nadel, director ejecutivo del Consejo Estadounidense para una Economía Energéticamente Eficiente.

Ventajas y normas locales

Las lámparas LED ahorran electricidad porque consumen menos energía; el ahorro puede llegar al 80%. Por esto mismo, calientan menos los ambientes. Pero además son mucho más duraderas que cualquier otra por lo que, aunque resulten más caras, al final se termina ahorrando dinero.

También son más resistentes a temperaturas extremas e incluso a la humedad y a las distintas vibraciones.
A diferencia de otras lámparas de bajo consumo, no contienen materiales nocivos como mercurio y además tienen componentes reciclables, aunque en Córdoba aún no está organizada su recolección diferenciada.

En nuestro país la Ley 27492 prohibió “a partir del 31 de diciembre de 2010, la importación y comercialización de lámparas incandescentes de uso residencial general en todo el territorio”. La ley fue modificada en 2018 para incluir en la prohibición a “las lámparas halógenas en todos sus tipos y modelos en todo el territorio nacional, a partir del 31 de diciembre de 2019”.