El sistema penitenciario de todo el mundo no está preparado para ser aislado, muchas cárceles sufren problemas de hacinamiento previos al estallido de la pandemia por el Covid-19. Los que se infectan no solo son los presos, sino también personal penitenciario, enfermeros y trabajadores, se generan altos niveles de ausentismo y el estrecho contacto que se mantiene entre las cárceles y las poblaciones donde están radicadas han generado focos infecciosos en diferentes países del mundo. 

Esto fue advertido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe para la “preparación, prevención y control de COVID-19 en prisiones y otros lugares de detención” , publicado el 15 de marzo de 2020.

“Las cárceles y otros lugares de detención son entornos cerrados donde las personas (incluido el personal) viven cerca. Cada país tiene la responsabilidad de aumentar su nivel de preparación, alerta y respuesta para identificar, gestionar y atender nuevos casos de COVID-19. Los países deben prepararse para responder a diferentes escenarios de salud pública, reconociendo que no existe un enfoque único para todos los casos y brotes de COVID-19.”

Por su parte en la publicación de ONU titulada “la protección de los derechos humanos durante la crisis del COVID-19”, plantea:

“Las personas privadas de libertad, incluidas aquellas en cárceles, en prisión preventiva, en detención de inmigrantes, instituciones y otros lugares de retención sufren un riesgo de infección mayor en caso de brote de enfermedad. Su situación debería tratarse de manera concreta en la planificación y respuesta a la crisis.”.

En los últimos días el ausentismo masivo y la cantidad de presos infectados llevó a que diferentes países del mundo tomarán medidas de prisión domiciliaria.

Según una publicación de Raúl Kollmann en el diario Página/12, estas son las cifras de prisión domiciliaria por epidemia en el mundo: