En Italia, el empresario Francesco Franzese, dueño de Fiammante, una histórica fábrica de conservas, compartió la factura de gas en sus redes sociales. En julio de 2021 pagó un recibo de 120 mil euros. Este año, el monto trepó a 978 mil, un 700% de incremento.

"Mientras nuestros políticos luchan por un banquillo, los empresarios se quedan solos en medio de la jungla energética. Para trabajar 15 días en julio tengo que pagar esta factura. ¿No era mejor ir a la playa?, posteó entre indignado y sarcástico.

En España, la situación, según el relato de los empresarios de las pymes, no es muy distinta. El sector empieza a hablar de una "tormenta perfecta" que, en algunos casos, hace que la "subsistencia sea imposible". La situación, reconocen, es la más delicada desde 2014. Y las oscuras proyecciones de la economía europea hacen presagiar una crisis inédita, por su intensidad y prolongación.

"Vamos camino a cierres temporales en el corto plazo. Por el coste energético, muchos sectores empiezan a no ser rentables", reconoce Francisco Vidal, director de Economía de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme).

La asociación publicó a principio de mes un comunicado alertando que muchas pymes ya están "activando planes de contingencia por el incremento de costes". 

"El encarecimiento de la energía, sumado especialmente al fuerte aumento de los precios de las materias primas, merma la capacidad de producción y de funcionamiento de las pymes españolas. Ante esta situación, las empresas ya han empezado a tomar medidas, como la de ajustar sus horarios ante el aumento del precio de la energía, reestructurar sus planes de producción, incluso con cierres temporales parciales o totales de parte de sus cadenas, y ajustar stocks", advertía Cepyme.

La situación más crítica la sufren las compañías que tienen un uso intensivo de gas y electricidad, como la industria papelera, la metalurgia o la siderurgia. 

Un ejemplo: una reconocida papelera de Barcelona, que cuenta con un centenar de empleados, decidió este mes que no podía seguir manteniendo su ritmo de producción por el incremento de los precios de la energía y de todas sus materias primas y suministros.  La dirección puso en marcha un plan de contingencia con un cierre temporal de la producción hasta vender todo el stock disponible. 

Sin embargo, aclara Cepyme, la crisis empieza a trasladarse a otros sectores como la hotelería, la industria manufacturera y agroalimentaria, la agricultura y la ganadería. El panorama es idéntico en la mayoría de los casos: el incremento de los costes totales, especialmente los suministros y la energía, va más rápido que el de las ventas. 

En el primer trimestre de 2022 los costes totales subieron un 23%, mientras que las ventas aumentaron un 19,8%. Esta brecha se ensancha mes a mes. "Las empresas están haciendo un esfuerzo enorme por no trasladar los exorbitantes costes de producción a los precio para no dañar la demanda", explica Vidal.

El "escenario es aún más complejo" por otros dos factores: el encarecimiento de los créditos (subida de tipo) y las deudas concursales que muchas empresas arrastran por la pandemia. 

"En 2020 y 2021, las pymes sufrieron un agujero grande para sobrevivir. Había mucha esperanza de un contexto favorable para cerrar esta sangría. Esta crisis es un durísimo golpe", admite el director económico de esta confederación.

Además de la reorganización de los turnos de trabajo y de la paralización de parte de la producción, muchas firmas están renegociando los pagos con los proveedores. Vidal cuenta que la morosidad se sitúa hoy en un 42%, un porcentaje muy elevado. 

"Lamentablemente no se vislumbra ninguna variable alentadora a la que aferrarse para que la situación de las pymes mejore. Los contratos a futuros energéticos marcan, por ejemplo, que los precios van a ser anómalos durante mucho tiempo", detalla.

Otra cara de la crisis es que el mercado está haciendo el ajuste/ahorro energético que exige Bruselas. El índice de julio de Grandes Consumidores Industriales de Gas (IGIG) confirma una estrepitosa caída de la demanda, del 31,8% interanual (14% en el caso de las pymes). Se trata del descenso más brusco de toda la serie histórica. "Este indicador desnuda que los precios son tan altos que empieza ser imposible producir. No es rentable", asegura Vidal.

¿Cómo se prepara Europa para un déficit energético que amenaza con la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial?

En Aragón, Cepyme hizo meses atrás una encuesta entre sus socios para conocer la magnitud de la crisis. Uno de cada cuatro empresarios reconoció que su negocio está "en peligro de subsistencia". 

"Muchas empresas están al borde de la desesperación, el pequeño empresario está viendo cómo sus pequeños negocios, su razón de existir, está en peligro", resumió sobre el estudio el presidente de la patronal de pymes aragonesas, Aurelio López de Hita.

En Cepyme prefieren ser "cautelosos" respecto a la proyección del empleo, que se verá afectado por la desaceleración de la actividad económica. Dice Vidal: "Hoy hay mucha incertidumbre, prudencia y cautela. Impacto en el empleo va a haber. La magnitud, no la sabemos". La pyme española tiene un promedio de 3,7 empleados.

"Necesitamos que el Gobierno tenga en cuenta la situación de las pymes. Hay pocas ayudas puntuales para las empresas de tamaño reducido. Pareciera que hay poco sensibilidad y consciencia sobre la realidad -y la rentabilidad- de las empresas más pequeñas", resume Vidal.

Fuente: La Política Online.