Los expertos en epidemiología alertan de que no se están contabilizando correctamente todas las muertes por coronavirus. Y eso es algo que tienen en común todos los países. La polémica en Francia se centra en los casos que no entran en la estadística: todos los fallecimientos fuera de los hospitales. En España, según responsables sanitarios de comunidades autónomas, tampoco se contabiliza a las personas que fallecen en residencias o en domicilios a los que no se ha hecho el test de detección.

Esas diferencias, sumadas a las dificultades de cada país para decidir a quién aplicar los pocos test disponibles, hacen que las tasas de letalidad (la proporción de fallecimientos sobre el total de contagios) no sean confiables. 
En algunos países, como España, se diagnostica una parte muy pequeña de los contagios reales  y por eso el porcentaje de fallecidos sobre el total de infectados da valores más altos.

Italia incluye en el registro de víctimas de coronavirus a todos los pacientes que habían dado positivo en las pruebas y que han fallecido, independientemente del resto de aspectos de su historial clínico, siguiendo el criterio del Instituto Superior de Sanidad. Este ente se ocupa, a posteriori, de hacer un estudio epidemiológico para profundizar en las causas de la muerte de los enfermos de Covid-19 y publica un informe dos veces a la semana en el que incluye si estas personas padecían además otras enfermedades.

El jefe de Protección Civil, Angello Borrelli, el encargado de comunicar las cifras oficiales, a menudo puntualiza que se trata de “fallecidos con coronavirus y no por coronavirus”, hasta que se ahonde en los historiales clínicos. La mayor parte de la comunidad científica asume que a falta de más pruebas de detección —desde el origen del brote y hasta el 28 de marzo se han realizado 429.526— los números reales tanto de contagiados como de fallecidos pueden ser muy superiores a las cifras oficiales.

Hasta el estallido de la epidemia del coronavirus, en el Reino Unido cuando un paciente fallecía en el hospital por infección respiratoria no se registraba la causa directa de esa infección, salvo que se tratara de una “enfermedad de notificación obligatoria” por ley. Por ejemplo, ántrax, botulismo, malaria o tuberculosis. El parte médico indicaba sin más una bronconeumonía, neumonía, avanzada edad o una designación similar. Desde el 5 de marzo, la Covid-19 se ha incluido en la lista de notificación obligatoria. No se registra, sin embargo, la gripe estacional, igual que en la mayoría de los países. Dicho sea de paso, este es el motivo por el cual no hay estadísticas de muertes por gripe y solo hay estimaciones de los sistemas de salud. 

Hasta el momento, la mayoría de los test se han realizado para detectar coronvirus a personas que presentaban un cuadro de síntomas lo suficientemente graves como para hacerles la prueba. Por eso las autoridades sanitarias británicas alertaron, cuando la cifra de casos positivos rondaba el medio millar, que la realidad podía más bien acercarse a los cinco o diez mil contagiados. La tasa de mortalidad del Reino Unido, que actualmente se sitúa en el 6%, sería en realidad mucho menor, apuntan varios expertos.

Desde que comenzó la epidemia, en Francia solo se han contabilizado los fallecimientos en “medio hospitalario”, es decir, recopilando los datos diarios procedentes de los 600 hospitales y clínicas del país “susceptibles de recibir pacientes de Covid-19”. Aunque la mortalidad es más alta entre las personas mayores (el 86% de los fallecidos en Francia tienen 70 años o más), la estadística oficial no incluye a los ancianos muertos en sus domicilios ni, sobre todo, en las 7.000 residencias que albergan a más de 700.000 personas mayores o con capacidades disminuidas.

Ocurre lo mismo en España, donde habían muerto al menos 352 personas en residencias de mayores hasta el jueves pasado, según un recuento de el periódico EL PAÍS. El Ministerio de Sanidad no ofrece cifras. Desde que en Francia empezaran a denunciarse las muertes masivas en estos centros, el Gobierno de Emmanuel Macron dio un golpe de timón y anunció que, a partir de esta semana, hará “un seguimiento diario de la mortalidad” en las residencias.

Con una tasa de mortalidad del 0,72%, en Alemania hubo cierta polémica porque los datos que da cada día el Instituto Robert Koch (RKI) llevan retraso sobre los que ofrece la Universidad Johns Hopkins, que recopila los de todo el mundo. Son similares, pero el RKI tarda en validarlos después de que se los envíen los Estados. El RKI explica a EL PAÍS que “todas las muertes relacionadas con la enfermedad Covid-19 se registran en los datos de notificación: tanto las personas que murieron directamente por la enfermedad como los pacientes con enfermedades subyacentes infectados y para los que no es posible probar claramente cuál fue en última instancia la causa de la muerte”. Si hay sospecha, añade el instituto, “se les puede examinar post mortem”, pero no aclara si a todos los sospechosos se les hace la autopsia.

En Holanda, el test del coronavirus se reserva para los pacientes hospitalizados. El organismo oficial que se encarga del recuento ofrece cifras de muertes, contagios e ingresos hospitalarios y afirma que el cómputo real puede ser más alto, puesto que estos son solo los casos comprobados.