La semana pasada Earthjustice y el Sierra Club publicaron un nuevo reporte con sugestivo título: “La bomba de energía: cómo la minería de criptomonedas con prueba de trabajo empeora la crisis climática y perjudica a las comunidades”.

El protocolo de Prueba de Trabajo sirve básicamente para evitar fraudes y conceptualmente implica requerir un trabajo al cliente, que luego es verificado por la red. La principal característica de esta estrategia es su asimetría. El trabajo por parte del cliente es moderadamente difícil de realizar, pero la verificación por parte de la red es sencilla. Esto quiere decir, que la prueba de trabajo lleva mucho tiempo en producirse y es muy costosa en términos de cómputo y, por ende, en energía.

La guía es un informe completo sobre la industria minera de criptomonedas en los Estados Unidos y sus efectos negativos en el clima, las comunidades locales y la salud pública. El informe, que aborda una industria opaca y poco regulada, tiene una sección sobre mitos que expone los aspectos críticos sobre los mecanismos con que esta industria justifica su uso masivo de energía.

Los coautores del artículo trabajaron en conjunto con defensores de las comunidades directamente afectadas y a la asambleísta de Nueva York, Anna Kelles, autora de la primera legislación de moratoria de minería de criptomonedas del país, para presentar la guía y abogar por una mejor regulación.

El reporte viene a reforzar el informe que emitió la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca este mes en dónde pueden confirmarse muchos de los hallazgos del nuevo sobre la incompatibilidad de la minería de criptomonedas de prueba de trabajo con los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Algunos aspectos sobresalientes

La minería de criptomonedas de prueba de trabajo ha crecido explosivamente en los Estados Unidos desde 2020, cuando China prohibió la actividad en su territorio. Hoy en día, aproximadamente el 38% de la cripto Bitcoin se extrae en los Estados Unidos, lo que resulta en casi 30 millones de toneladas de emisiones de CO2 en exceso solo en el último año. Es el equivalente a poner 6 millones más de vehículos en las calles de Norteamérica.

Desde mediados de 2021-2022, Bitcoin consumió 36 mil millones de kilovatios-hora de electricidad, que es aproximadamente un tercio del consumo total de Argentina (estimado en 121 mil milllones de kWh el último año).

La industria minera de criptomonedas ya usa la mitad de la electricidad de todo el sector bancario mundial, y superará al sector en dos años si continúan las tendencias actuales. Mientras tanto, la relación entre el consumo de energía de Bitcoin y las personas físicas que realmente poseen Bitcoins es desproporcionadamente alta. O sea, se trata de una actividad muy contaminante que termina beneficiando a una comunidad muy pequeña. No es el primer ejemplo y nada indica que será el último.

La mayoría de las instalaciones mineras de criptomonedas extraen su energía de las redes públicas. Eso significa que la electricidad se genera con cualquier energía existente en la región. Ninguna red en ningún lugar de los Estados Unidos está próxima a ser 100 % renovable todavía.

En lugar de invertir en infraestructura energética a largo plazo que beneficie a la red, la industria minera de criptomonedas busca la energía más rápida que pueda satisfacer sus necesidades y busca una regulación y supervisión mínimas. En la práctica, eso se traduce en la extracción de criptomonedas directamente en la vecindad de plantas de carbón y gas, sobrecargando la red eléctrica en donde quiera que se instalen.

Desacreditando mitos

Los defensores del sistema afirman que la minería impulsa un nuevo desarrollo renovable y estabilizará la red eléctrica. Pero la energía limpia que se asigna a la minería de criptomonedas no contribuye en modo alguno a la descarbonización del sistema eléctrico y son muy pocas las instalaciones mineras que construyen su propia fuente de energía renovable. Y por supuesto, solo la utilizan para alimentar sus propias operaciones.

Un buen ejemplo de criptominería junto a plantas de energía convencional en Nueva York. Imagen: Earth Justice / LAUREN PETRACCA
Un buen ejemplo de criptominería junto a plantas de energía convencional en Nueva York. Imagen: Earth Justice / LAUREN PETRACCA

Otra afirmación maliciosa es que la minería solo usa energía "desperdiciada" de la sobreproducción solar o eólica. Pero las operaciones mineras consumen energía regularmente, las 24 horas del día, no solo cuando hay un exceso de energía solar o eólica, porque las operaciones mineras no serían rentables utilizando solo las horas en las que hay energía desperdiciada disponible.

“La industria minera de criptomonedas es nebulosa y opaca, con muy poca regulación o estándares de informes. Eso hace que sea difícil rastrear y obtener una imagen completa de su impacto total. Elaboramos esta guía porque tener la información recopilada hasta la fecha en un solo lugar es crucial para comprender cuán dañina puede ser esta industria para las comunidades y el clima”, dijo Mandy DeRoche, abogada gerente del Programa de Energía Limpia de Earthjustice en el comunicado oficial de la entidad.

“Según las Naciones Unidas, debemos reducir nuestras emisiones globales totales de GEI (gases de efecto invernadero) en un 50% para 2030 para evitar los peores efectos del cambio climático. Pero la criptominería de prueba de trabajo está amenazando nuestros objetivos climáticos en Nueva York, el país y el planeta. Según los datos recopilados, está aumentando nuestro uso total de energía, nuestra dependencia de los combustibles fósiles y, por lo tanto, nuestras emisiones totales de gases de efecto invernadero nos están enviando en la dirección equivocada”, dijo Anna Kelles, asambleísta de Nueva York en el mismo comunicado.