Todos contra todos parece ser el lema de la política inglesa en estos días.

Primero el parlamento le quitó al poder ejecutivo de Theresa May la potestad de establecer la agenda del cuerpo, hecho sin precedentes en la política moderna. Y luego de este gesto soberano el propio parlamento chocó el auto que acababa de estrenar.

Ante la ausencia de una propuesta unificadora, el parlamento decidió recurrir a un curioso método para destrabar la situación. Se llama “Votaciones Indicativas” y consiste en que el presidente del cuerpo seleccione con criterio muy amplio, todas las propuestas que pudieran reunir consenso para ponerlas a votación en simultáneo.

El miércoles ocho propuestas fueron puestas a consideración, todas ellas alternativas al acuerdo que ya negoció Theresa May (ver más abajo el detalle). Los parlamentarios reciben una boleta en la que pueden marcar una o más propuestas. De este modo, luego del escrutinio puede verse si uno a más reunirían mayoría y de este modo, poner a votación la o las que más consenso generasen.

Lo cierto es que ninguna de las ocho estuvo cerca si quiera de orillar la mayoría, haciendo vívidas las lecciones de Macchivello: si el diálogo político no prospera, las formalidades no resuelven. No sólo chocaron el auto, lo hicieron sin siquiera salir del garaje!

Como corolario del asunto, la Primera Ministra acaba de comprometerse a renunciar si el parlamento aprueba su plan. Es una jugada desesperada que espera salvar los principios del acuerdo ya negociado con la Unión Europea pero permitiendo que sea un equipo con mayor consenso el que complete las negociaciones. Lo único que puede afirmarse aquí es que la ministra tiene las horas casi contadas.

Y que si Shakespeare viviera, reescribiría el guión de Hamlet: To brexit or not to brexit. Eso si, tampoco está claro que calavera estaría mirando.