Wisconsin ha vivido este martes su tercera noche de protestas contra la violencia policial y el racismo después de que el domingo un hombre negro de 29 años, Jacob Blake, recibiera siete disparos a quemarropa de un agente en Kenosha, una localidad de 100.000 habitantes. Dos personas resultaron heridas y una tercera murió esta madrugada durante un tiroteo, en un enfrentamiento entre manifestantes y un hombre armado, según el New York Times. Horas antes de estos disturbios, las autoridades mantuvieron una reunión de emergencia para discutir si debían pedir ayuda federal para frenar la violencia. El gobernador, Tony Evers, declaró el estado de emergencia y anunció que reforzará la presencia de la Guardia Nacional.

Las imágenes del domingo quedaron registradas en vídeo por un transeúnte: un par de policías intentan detener en Kenosha a Jacob Blake, de 29 años, pero él les ignora e intenta subir a su coche, los agentes le siguen apuntando con sus armas y uno de ellos intenta detenerle, pero al no lograrlo le dispara por la espalda ocho veces. Tras la agresión, decenas de personas se reunieron para protestar contra la policía en el mismo lugar donde el hombre fue agredido y las autoridades de la ciudad decretaron el toque de queda. En la noche del lunes, junto a las protestas se produjeron varios saqueos y se incendiaron varios negocios en el distrito financiero de la ciudad.

“Básicamente, nuestra ciudad fue incendiada. Edificio por edificio. Ya es suficiente”, declaró a Reuters Zach Rodriguez, miembro del consejo de supervisión del condado de Kenosha. En el centro de la ciudad, el choque entre la policía y los manifestantes tras el toque de queda acabó provocando incendios en distintos edificios. Bomberos de más de 30 estaciones de servicio acudieron a sofocar las llamas.

Blake se encuentra muy grave pero estable en un hospital en Milwaukee. Su padre ha dicho a la prensa estadounidense que el joven padece una parálisis de la cintura para abajo y que los doctores aún no saben si será su estado permanente. Ha sido sometido a una operación pero todavía deberá soportar varias intervenciones más en los próximos días. El informe médico señala que tiene un daño importante en su espina dorsal y en varias de sus vértebras, además de que tiene heridas por los disparos en el estómago, el riñón, el hígado y en buena parte de los intestinos. “Está luchando por su vida y será necesario un milagro para que vuelva a caminar”, dijo abogado de la familia de Blake, Ben Crump.

La familia compareció ante la prensa para exigir a las autoridades más información sobre la investigación. “Dispararon siete veces a mi hijo. ¡Siete veces! Como si él no importase”, aseguró el padre, que se llama como su hijo, Jacob Blake, con la voz entrecortada en una conferencia de prensa. “Es un ser humano e importa”, agregó.

“Esto no es nuevo. No estoy triste. Lo siento. Estoy enojada. Dejé de llorar hace años. Ya no siento nada. He estado viendo a la policía asesinar a personas que se parecen a mí durante años”, dijo una de las hermanas de Blake.

Los agentes habían acudido a una llamada por un “incidente doméstico”, una discusión entre dos mujeres en la que Blake intervino para intentar apaciguarla. Los tres hijos de Blake de 3, 5 y 8 años se encontraban dentro del coche cuando la policía le disparó. “¿Cuántas de estas tragedias se necesitarán hasta que el desprecio por las vidas negras por parte de la policía termine?”, dijo en un comunicado. Crump también representa a la familia de George Floyd, que fue asesinado el 25 de mayo a manos de la policía en Mineápolis.

El incidente es el último de una larga lista de casos de violencia policial contra los afroamericanos y tiene lugar apenas tres meses después de la muerte de George Floyd en Mineápolis, cuyo caso desató una ola de protestas por todo el país y en el mundo cuyos ecos resuenan con cada nuevo episodio de brutalidad policial contra los afroamericanos. Desde entonces algunas protestas siguieron ocasionalmente en Portland (Oregón) y Mineápolis (Minnesota). Tras el tiroteo a Blake, las manifestaciones no se han extendido a otros estados, pero las tensiones continúan en Kenosha a donde se espera que llegue la familia del joven desde Kentucky.