A 5 grados bajo cero y en medio de las ruinas, los servicios de rescate turcos trabajan sin descanso tras el terremoto que asoló el sureste del país el 24 de enero.

A pesar de que el terremoto se cobró la vida de al menos 41 personas, consiguieron salvar a 45 de entre los escombros. Entre ellos, una niña y su madre que llevaban atrapados más de 24 horas.

Los servicios de emergencia intentaban alcanzar a otras seis personas que seguían enterradas. "Tenemos esperanza de rescatarlos sanos y salvos", afirmó el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en un encuentro con la prensa. Asimismo, apuntó que se están esforzando por alojar a los residentes desplazados lo antes posible.

El temblor, de magnitud 6.8, sacudió el sureste de Turquía y dejó por lo menos 1.600 heridos. De ellos, una treintena sigue en terapia intensiva. Se derrumbaron 76 edificios y más de mil resultaron dañados por los temblores.

Los equipos de emergencia reparten comida y agua. Además, se instalaron más de 9.500 carpas para los damnificados.