Bisontes y cabras del monte comiendo hojas de abeto. Un reno pinchando ramas con sus astas. Elefantes arrojando árboles sobre sus espaldas y mordisqueando las coníferas.

Estas eran algunas de las escenas del miércoles en el zoológico de Berlín, con animales que se deleitaban y retozaban con los restos de los árboles de Navidad de los berlineses. Aproximadamente 200 abetos fueron donados por minoristas cercanos para darles a los animales un "festival para los sentidos", según un comunicado del zoológico.

Los árboles proporcionan "no solo una fuente de nutrición para algunos animales, sino que también actúan como enriquecimiento" debido a su forma y olores inusuales, así como a la sensación de hormigueo en la lengua de los animales que entran en contacto con las coníferas, dice el comunicado oficial.

Solo fueron utilizados con esta finalidad los árboles de Navidad que no se vendieron y que no habían sido tratados con productos químicos, según el zoológico de Berlín, que no cuenta con soporte de los contribuyentes alemanes. El zoológico señaló en el comunicado que “la pandemia de coronavirus había agotado sus reservas financieras y que apreciaba el apoyo en tiempos difíciles”.

El zoológico de Praga también tuvo una idea similar esta semana: se entregaron seis docenas de abetos sin vender a los animales, que se comieron las agujas o se rascaron la espalda con las ramas, según informó la agencia France-Presse, divulgando simpáticas imágenes de elefantes juguetones y chimpancés acomodando su arbolito de navidad.

"Es un juguete para los animales en lugar de comida, un nuevo estímulo, entretenimiento", dijo el director del zoológico Miroslav Bobek. “Muchos animales que no son estrictamente herbívoros los usan como juguetes”.

El impacto ecológico de las fiestas

En los tiempos que corren, la pregunta por el impacto ambiental de algún objeto o actividad se ha hecho frecuente. Por eso, incluso al elegir regalos, muchas personas piensan en un modo ecológico o menos contaminante.

En Argentina no es una práctica común utilizar árboles de verdad para la navidad. De hecho, es una ceremonia habitual, cada 8 de diciembre, desempolvar el set de adornos y el pinito, guardados celosamente el resto del año.

En Europa y en Estados Unidos en cambio, es una práctica establecida el uso de abetos y pinos de verdad, que se crían con ese fin. La creciente conciencia climática ha llevado a las personas a buscar usos alternativos para sus árboles de Navidad en lugar de simplemente descartarlos después de la temporada navideña.

Solo en los Estados Unidos, cada año se venden entre 25 y 30 millones de árboles de Navidad reales, según la Asociación Nacional de Árboles de Navidad (¡hay una asociación nacional!).

 
Es difícil no preguntarse ¿por qué simplemente no dejan de cortar esos árboles?

Un árbol de Navidad de 2 metros de alto (6½ pies es la medida estándar del árbol de navidad “ideal”) que termine descartado tiene una huella de carbono de alrededor de 18 kilos, según la consultora ambiental británica Carbon Trust. Pequeñas granjas y residencias de animales de todo tipo, ruegan que les donen esos árboles de Navidad en lugar de desecharlos.

Pero no sólo la navidad es el problema: los estadounidenses en el período que va desde el Día de Acción de Gracias (a fines de noviembre) y el 1 de enero generan un 25 por ciento más de desechos que el resto del año, según la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.

Cada vez que la cultura consumista se expresa, el planeta siente su marca.