Victoria del mundo rural sobre la ciudad: autorizan que un gallo siga cantando
Vecinos plantearon sus quejas ante la Justicia, porque el ave daba aviso muy temprano. Maurice puede celebrar en la Isla francesa de Oléron.
Varias audiencias judiciales se sucedieron con gallos en el recinto, apoyando a Maurice.
Se convirtió en tierras francesas en el centro de la escena ante la queja de vecinos de la isla de Oléron, que tras no poder negociar con su dueña lo denunciaron por “perjuicio sonoro”.
Pero un fallo autorizó al animal “a seguir cantando”.
El pequeño pueblo, de unos 7.000 habitantes, triplica sus residentes en el verano, pero los vecinos de su propietaria, Corinne Fesseau, no toleran el canto del gallo.
Mientras en Francia diputados plantean una protección especial de los animales, otros piden su declaración como “patrimonio de la Humanidad” a la Unesco, en octubre, en Soustons (al suroeste del país) una vecina deberá responder ante la demanda de habitantes cercanos, porque medio centenar de patos y ocas que cría generan mucho ruido.