Que el cambio climático está provocando perturbaciones extremas del clima es un hecho. Que los habitantes de ciertas regiones deberán adaptarse más rápido que otras es otro hecho. Que los gobiernos no invierten lo necesario en adaptar la infraestructura existente a los nueves regímenes de vientos y lluvias, otro más. Que cada dólar que se invierte en medidas de adaptación a las catástrofes salva vidas, sería el último de esta lista, pero no es un hecho, es una advertencia que ya hace tiempo dejó la ONU.
Los gobiernos, bien gracias.

Varios periódicos del mundo vienen cronicando los eventos extremos que están ocurriendo en todo el mundo: las olas de calor en todo el hemisferio norte y su secuela de incendios, el reciente desplome del glaciar en Italia, tempestades incontenibles mucho antes de las fechas habituales y sigue una larga lista. Hoy, el tema son las inundaciones en Nueva Gales del Sur, Australia.

The Guardian, BBC News, la cadena ABC, o The Washigton Post dedican amplias coberturas al tema.

Las calamidades en Nueva Gales del Sur

El cinturón de la costa de Nueva Gales del Sur es húmedo: puede recibir entre 1500 y 2000 mm al año por lo que se trata de ciudades habituadas a grandes lluvias. La cuestión es que está cayendo más agua que el promedio y más violentamente. En algunas áreas esta es la cuarta inundación en 4 meses. Adicionalmente, en algunas áreas, sólo en la última semana cayeron más de 450 mm de lluvia, algo así como un cuarto del total esperado para el año.

La cantidad de agua caída supera las previsiones. Mapa: The Guardian
La cantidad de agua caída supera las previsiones. Mapa: The Guardian

Como referencia, en la región semiárida que ocupa Córdoba, esperamos unos 700 mm de lluvia por año; en la fatídica noche del 15 de febrero de 2015 se perdieron 8 vidas después de que cayeran 150 mm en un día.

El Servicio de Emergencia del Estado (SES) informó el lunes por la noche más de 5300 solicitudes de asistencia, incluidos 252 rescates por inundaciones, principalmente de conductores atrapados en automóviles y residentes que necesitaban ser reubicados.
Se emitieron decenas de órdenes de evacuación, principalmente al noroeste de Sídney, donde se produjeron grandes inundaciones a lo largo de los ríos Hawkesbury y Nepean en Menangle, North Richmond, Lower Portland y Windsor.

Las autoridades del SES informaron que el riesgo para los hogares y las vidas persistiría por lo menos hasta el miércoles según reportó la BBC.
Una advertencia impensada en nuestros lares se repite sistemáticamente en los anuncios formales de los funcionarios, en radio y televisión:

“Siempre que sea posible, revise su plan de inundaciones, diríjase a casa de amigos o familiares y manténgase a salvo. Particularmente para los automovilistas, manténganse alejados de las carreteras … quédense en casa siempre que sea posible”.

Uno de los factores que contribuyen al colapso de la capacidad de evacuación de agua es el desborde del sistema de represas de Sydney que continuaron con sobre flujos, pero a un ritmo más lento que el del último domingo.
Por ejemplo, una de las represas emblemáticas, la de Warragamba, había caído desde un máximo de 515 gigalitros por día el domingo por la tarde a unos 380 el lunes.

Los voluntarios de SES han trabajado más de 10.000 horas desde el viernes, mientras que más de 1.000 estaban en el terreno el lunes por la tarde con el apoyo de la policía y los servicios de emergencia.

El ministro de servicios de emergencia, Murray Watt, en una entrevista con la cadena ABC dejó una idea de la gravedad de la situación: “Esto es algo terrible para cualquiera que tenga que pasarlo solo una vez, y mucho menos cuatro veces en 18 meses. Así que no me sorprende escuchar que la gente está al límite”.