Se llevó a cabo la cuarta sesión plenaria del Congreso Internacional de la lengua española “Lengua e interculturalidad” en la que participaron Sergio Ramírez, académico nicaragüense  con una ponencia general; Juan Gil, académico de la Real Academia Española (RAE); Francisco Moreno-Fernández, académico de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE); la profesora Laura Scarano; el profesor Javier Martínez y la escritora Elsa Osorio. Susana Cordero de Espinosa, directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, fue la responsable de comenzar la sesión.

Sergio Ramírez reflexionó sobre el contacto entre la lengua española y las lenguas europeas, americanas y africanas.

Describiendo la misma como una  «lengua de transgresión incesante». Realizó un recorrido por diferentes escritores americanos a lo largo de la historia. Hizo énfasis en cómo han influido las lenguas amerindias en sus producciones. 

Destacó "la escritura magistral" del Inca Garcilaso, la cual no podría existir sin el quechua, lengua materna donde se arraiga, capaz de darle al español nuevas y distintas sonoridades, ya que escribe desde la lejanía peninsular donde busca su otra mitad.

Explicó cómo Sor Juana es el barroco americano, al ser mestiza en la lengua criolla de nacimiento, conociendo tanto el latín como el náhuatl que insertaba en sus juegos verbales. observó cómo no habría Miguel Ángel Asturias sin las palabras mayas en que amamantaba su prosa; ni César Vallejo ni José María Arguedas sin los hondos subterráneos del quechua; ni Augusto Roa Bastos sin la sonoridad del guaraní.

"El español es una lengua que va de un lado a otro. Una lengua sin descanso que toma lo que puede de donde puede y no se asusta nunca de su naturaleza híbrida que vive del atrevimiento […]. Una lengua viral que rompe las fronteras de manera agresiva, que es una y diversa y nos identifica en su asombrosa multiplicidad en una lengua", concluyó.

El académico de la Real Academia Española, Juan Gil, se centró en los retos ante una babel de las lenguas en el siglo XVI. Explicó que la lengua española experimentó un enriquecimiento incalculable debido a la incorporación a su léxico de palabras indígenas de diversas procedencias, a partir del año 1492, palabras que fueron consideradas como propias rápidamente.

Gil mencionó algunos ejemplos: “Cortés pudo hablar de 'las canoas', que ellos llaman 'acales', y Motolinía referirse a 'una barca que los españoles llaman canoa'. El enriquecimiento de la lengua supuso, apenas hay que decirlo, el consiguiente enriquecimiento de la mentalidad, abierta a nuevos mundos”.

En su exposición, el académico mencionó algunos de los  retos que los hispanohablantes tuvieron que hacer frente en el paso, entre los cuales, se encuentran las dificultades para la adquisición de una nueva lengua.

Esto es debido a que “la fonética del castellano en el siglo XVI, era mucho más rica que la del castellano actual, pero seguía careciendo de fonemas que poseían las demás lenguas de la Península Ibérica, como la v, confundida con la b, o la s inicial de palabra, pronunciada siempre con el apoyo de una vocal protética”.

“En la extensión del castellano, es conveniente que redoblemos nuestros esfuerzos y no caigamos en la tentación de dejar en manos de la providencia –un rasgo muy hispánico- el futuro de nuestra lengua en un mundo globalizado y cada vez más competitivo. El tiempo y las circunstancias apremian”, concluyó.