Agustín Lillo, un jóven de 23 años, fue en Navidad a una fiesta en un salón en la Ruta E53, camino a Río Ceballos. Al salir, como había bebido, decidió dormir unas horas en el auto hasta que se le pasara el efecto del alcohol. Dos agentes de la Caminera lo despertaron y en medio de una situación de tensión y agresiones, lo obligaron a conducir hasta un control que estaba a 500 metros y le pusieron una multa de 50 mil pesos.
Ahora, Agustín presentó una demanda por coacción y abuso de autoridad. El jóven contó el caso en Nada del Otro Mundo.