Según estadísticas de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en todo el mundo hay al menos 150 millones de niños que viven con alguna discapacidad.

Según estadísticas de la misma entidad, en todo el planeta hay más de 1.500 millones de personas negras, lo que representa más de un 20 por ciento de la población total.

Aún hoy, en tiempos en que el marketing rige con herramientas cada vez más precisas, discapacitados y negros siguen siendo rarezas en las jugueterías.

Negados durante tiempo, ambos grupos fueron invisibilizados al fulgor de biotipos occidentales, caucásicos, completos hasta la perfección.

Por décadas, niños y niñas de todo el mundo desarrollaron sus primeras representaciones del mundo sin concebir subsaharianos, ciegos, paralíticos, pecosos o pares con síndrome de down. El otro, si acaso, un no par, al que la propaganda oponía antihéroes monstruosos de un más allá tantas veces ubicado en Oriente.

Si hasta la propia industria del juguete pareció refractaria (incluso) a la potencia de aquellas cifras en términos de consumo...

La necesaria revisión comenzó a cobrar fuerza con el cambio de siglo. Hasta entonces sólo discurría en exposiciones profesionales o académicas.

En Gran Bretaña, un grupo de madres y padres comenzaron a exigir que las fábricas de juguetes representaran a personas con algún tipo de discapacidad, pues millones de niños no se veían reflejados en los instrumentos lúdicos cotidianos.

Se articularon a través del colectivo Toy Like Me y tomaron las redes sociales para difundir un mensaje que rápidamente prendió en la sociedad y trascendió fronteras (geográficas e identitarias).

Vasalisa

Hace 12 años, Gabriela Cavallone decidió iniciar un emprendimiento vinculado a los muñecos.

Comenzó con una muñeca a la que denominó Vasalisa, en honor a una leyenda tradicional ruso. Al tiempo llegó Pascual, un varón, para su hijo.

"En ese tiempo buscábamos muñecos varones y no había. Nos ofrecían animales o superhéroes, lo cual nos parecía feo", recuerda Gabriela.

La familia se amplió con creaciones acordes al concepto de diversidad. Por ello, respondían a tipologías poco comunes: pelirrojos, miopes, morenas. "Todos nuestros personajes se inspiran en personas reales", remarca.

Pero la representatividad no fue completa hasta la llegada de Emilia, la muñeca con síndrome de Down. Su creación reflejó lo sucedido con una amiga de Gabriela.

"Fue un cimbronazo. Nos sirvió para darnos cuenta que nos faltaba mucha información, lo cual tuvo que ver con el susto. Nos preguntábamos qué podría hacer, pero nos dimos cuenta que nosotros estábamos limitados para mirar. Al año Wanda nos dijo que Emi tenía que tener una muñeca. Ahí nos dimos cuenta que ese era el sentido de Vasalisa: hablar de diversidad. Allí se abrió un mundo infinito", desarrolla la emprendedora.

Ese mundo se configura gracias a una familia cuyo últimos integrantes son Valentín, inspirado en Gustavo Fernández (el número 1 del mundo en tenis adaptado), y Liz, inspirada en una nena con leucemia.

"Los niños juegan. El objetivo es que tengan un juguete que los represente", afirma Gabriela.

Cuidado del medio ambiente, bullying, género, son temáticas que atraviesan las campañas protagonizadas por una familia que no para de crecer. Referentes deportivos como Pablo "Cholo" Guiñazú tuvieron su propia representación

El emprendimiento, que da trabajo a 15 mujeres y articula acciones con cooperativas, realiza ventas on line y a jugueterías didácticas.

Marca cordobesa diseña juguetes inclusivos y representativos de la diversidad