Solange Musse tenía 37 años y venía luchando contra un cáncer de mama desde hace un tiempo. Escribió una carta en la que pedía poder ver a su padre, quien intentó hacerlo. Pero cuando llegó a la provincia, no pudo ingresar por una cuestión protocolar: el COE no permitió el ingreso por el control ubicado en Huinca Renancó.

Lo cierto es que la joven falleció el pasado viernes sin poder darle el último adiós a su familia. Solange fue velada el fin de semana en Alta Gracia, donde permanecía para iniciar un tratamiento. Pablo revive lo ocurrido en el puesto de Huinca Renancó con una mezcla de impotencia y bronca, que aún le cuesta superar.

 "Mi hija me esperaba para empezar un tratamiento de quimioterapia. Tenía muchísimos miedos y ella me esperaba a mí para comenzarlo. Tal vez pensaron que venía de vacaciones, porque escuché una declaración diciendo qué hubiese pasado si había un contagio masivo en Alta Gracia. Yo iba a ver a mi hija", explica Pablo.

Cuando llegó a Córdoba, ya en el puesto de Huinca Renancó, Musse relata que le hicieron "un test que dio un supuesto dudoso. A la hora me hicieron otro test, con el mismo resultado. Pido que se lo hagan a mi cuñada que estaba conmigo y a ella le dio negativo. Pedí verlo, nunca me dejaron. Pedí un tercer test, no me dejaron. Solicité un hisopado, me lo negaron. Solicité hablar con alguna autoridad, me respondieron que era domingo y feriado, y me dio bronca e impotencia", lamenta.

Pablo remarca: "Estuve cinco horas para que alguien me de una respuesta y nunca me la dieron. La única respuesta fue que me tenía que volver escoltado por la Policía".

El papá de Solange está convencido de que lo que pasó con su hija no debe repetirse. "En una de las conversaciones que tuvimos antes de que partiera, me dijo: 'Viejo, si no sirve para nosotros que sirva para los demás'. Y creo que la partida de Sol está sirviendo. Ayer leí que lo lograron en La Rioja a partir de la muerte de Sol, autorizaron a familiares a hacer una última despedida y hace un ratito me dijeron que el doctor Quirós también estaba haciendo declaraciones para que la gente se pueda despedir de sus seres queridos. Y es para que no haya más Solanges", afirma.

"Sol era un ser excepcional. Una luchadora, estuvo diez años peleándola y en ningún momento pensó que se iba a ir. Nunca se le cruzó por la cabeza. Era una luz, una sonrisa única, siempre pensaba en los demás, hasta en sus últimos momentos. Le quitaron todos sus derechos, le quitaron el derecho de abrazarme, yo me abracé a un cajón, no a mi hija", concluye.