En Oslo, Noruega, la temperatura en invierno puede llegar hasta los -10°C, pero en verano el calor del sol la eleva hasta los 22°C, ideal para pasar una tarde en la piscina. Pero lejos está la calma de las colchonetas para estos habitantes, quienes prefieren disfrutar de su corto verano lanzándose desde plataformas de varios metros de altura.

La masividad que le dio Internet al campeonato de panzazos desembocó en la creación de un Mundial, que este fin de semana tuvo una nueva edición en la capital del país nórdico. El certamen comenzó a escribir su historia en 2008, cuando apenas 30 personas se acercaron a ver el torneo. Diez años después, el público ascendió a 3 mil espectadores, mientras que en 2019 la cifra fue superada, aunque aún no se publicó una cifra oficial. En cuanto a los concursantes, este fin de semana hubo más de 150, de los cuales 30 clasificaron a la final, en la que ya esperaban otros seis competidores, que habían obtenido el boleto previamente en otros eventos.

El "Death Diving" o "Dødsing", conocido en español como el "Mundial de Panzazos", es un certamen amateur en el que cualquiera que se anime a saltar desde 10 metros de altura puede participar. Los temerarios deben realizar alguna pirueta en el aire y zambullirse con sus piernas y brazos extendidos y unidos. Un grupo de jueces puntúa cada salto y el mejor es declarado ganador.

Al momento de dar el puntaje, los jueces evalúan el largo y alto del salto, la cantidad de agua salpicada, el estilo cuán cerca está la panza de la superficie antes de realizar la pose final.

"El deporte puede ser bastante doloroso", avisan algunos medios locales en los artículos que informan que el ganador de este año fue el novato Kim Andre Knutse, quien superó por apenas 0,5 puntos al dos veces campeón mundial Truls Torp.