El subjefe de la Policía de Córdoba, el ex E.T.E.R. y ex amigo del ex Comisario General Julio César Faría, el por ahora Comisario General Ariel Darío Lecler, intentó aparecer informado, sólido, solvente y sobre todo muy seguro ante la prensa presente en el lugar. Porque en ese amanecer del viernes 18 de diciembre de 2020, tenía que dar cuenta de la muerte de un “delincuente”, que había sido “abatido” casi “heroicamente” por personal policial, en medio de un robo domiciliario. El ilícito, aún en curso, había derivado en una “inmediata”, “prontísima” y “eficiente acción policial” que había permitido “conjurar exitosamente” el accionar de los “malvivientes”. En síntesis, para la Policía de la Provincia de Córdoba, era un “hecho positivo” de “envergadura” que, según entendían los encargados de la comunicación institucional, ameritaba ni más ni menos que la presencia de un Subjefe de Policía en el lugar para dar cuenta de lo sucedido y capitalizar sus resultados.

A no pocos periodistas la situación les llamó la atención, porque la presencia de un funcionario con tan alta jerarquía en hechos de estas características, es algo inusual. Aunque más no sea por prudencia, generalmente la cúpula no se expone en éste tipo de casos: la experiencia indica que no pocos terminan siendo una caja de sorpresas. Y de imputaciones.

Pero era claro que Lecler había asumido hacía sólo 48 días en no tan felices circunstancias, y cualquier noticia que, en el imaginario policial, pudiera levantar la golpeadísima imagen institucional de la Policía de Córdoba en ese 2020, era más que bienvenida: habían transcurrido sólo cinco meses del brutal asesinato de Valentino Blas Correas, seguido de un vergonzoso intento de encubrimiento policial, plagado de mentiras de todo tipo y jerarquías, generando un caso que conmovió a toda Córdoba. Y habían pasado tan sólo 54 días de la espeluznante ejecución por la espalda de Joaquín Paredes, un chico de 15 años de edad, ocurrida en un pequeño pueblito del norte cordobés, en medio de una demencial balacera desatada por varios policías que parecía propia de un conflicto bélico y no de una discusión vecinal ocurrida en un paraje rural dónde todos se conocen.

Grande fue la sorpresa de los trabajadores de prensa cuándo rato después, apareció en persona la mismísima y flamante Jefa de Policía, Liliana Rita Zárate Belletti, quien brindó una segunda, detallada y aparentemente informal conferencia de prensa frente al lugar de los hechos. Corroborado todo por el propio Subjefe “in situ”, era momento de mostrar esa Jefa que venía a poner orden en la Policía, en las calles y sobre todo, a ocupar por completo la mañana informativa.

Sin embargo, para los conocedores (reales) de homicidios, con experiencia probada en investigación de enfrentamientos armados (en los que se utilizan armas propias e impropias), y también de enfrentamientos “armados” (aquellos que cuentan con escenografía, utilería y guion a cargo de los integrantes de la Policía de la Provincia de Córdoba) éste hecho de tan perfecto, parecía no cerrar. A poco de andar, el olor nauseabundo de las inmundas y por todos (y todas) conocidas prácticas policiales de ejecución extrajudicial, comenzó a hacerse sentir entre los muy pocos que siguieron el caso, luego que se apagaran las cámaras de aquellas “espontáneas” y aparentemente convenientes conferencias de prensa. No habían transcurrido 10 días de lo sucedido, cuándo algunos portales de noticias comenzaron a brindar datos que para nada encajaban con la versión oficial. Casi nadie desconocía que Isaías Luna, el abatido, integraba una banda que se dedicaba al robo domiciliario. Pero muchas versiones que comenzaron a conocerse, afirmaban que no estaba armado y, sobre todo, que Luna no era diestro sino zurdo. Sin embargo, el arma con la que presuntamente había atacado al policía que lo ultimó, había aparecido en su mano derecha.

Merced a la silenciosa investigación que llevó adelante el Fiscal de Instrucción Juan Pablo Klinger, se conoció en las últimas horas por una primicia dada por el periodista Juan Federico de Cadena 3, que mucho o todo de lo que se dijo esa mañana, fue mentira. Y conforme establece el protocolo de actuación real de la Policía de Córdoba, el arma habría sido plantada en medio de un brutal operativo de escenografía policial, que requirió el concierto de muchos policías, la movilización de muchos recursos y la disposición de una considerable cantidad de tiempo e ingenio. Pero lo más llamativo es que el hecho ocurrió entre las cinco y las seis de la mañana; y el Subjefe de Policía brindó la primera conferencia de prensa en el lugar, casi para la apertura de los noticieros matutinos, muy poco después de las siete.

De todo esto, surgen con fuerza las siguientes preguntas: ¿cómo es que un experimentado y antiguo policía como Ariel Lecler, ex integrante de las fuerzas especiales de la Policía de Córdoba, que llegó al lugar del hecho cuándo aún el cuerpo de Isaías Luna estaba allí, no advirtió aunque sea indicios de todo lo que hoy sabe la justicia? La ex Directora General de Seguridad Capital (es decir, la máxima autoridad policial de la principal y más numerosa ciudad de la Provincia de Córdoba) que llegó a ese cargo precisamente tras la ejecución policial de Valentino Blas Correas; y que para ese momento era nada más ni nada menos que la Jefa de toda la Policía de la Provincia de Córdoba (cargo que asumió tras la ejecución de Joaquín Paredes) ¿cómo es que no pudo saber o por lo menos se permitió dudar de un hecho, en el que todo indica que puede llegar a ser mucho más escandaloso que la infame y mentirosa ejecución de Güere Pellico? ¿Cómo puede entenderse, que una Jefa de Policía, ascendida reiteradamente en el marco de hechos de violencia institucional con resultado muerte, es decir ejecución sumaria de personas por parte de policías, en los que además hubo claras acciones de encubrimiento por parte de pares y superiores, no pudo ni tan siquiera advertir que se encontraba ante una situación absolutamente guionada y plagada de mentiras? ¿Acaso no había aprendido que el encubrimiento en estos casos, son casi una constante? ¿Y qué al descubrirse la cadena de encubrimiento, los casos se convierten en cuestiones de una magnitud tal que ponen en jaque a todos los integrantes de la institución policial y sobre todo, al poder político con el que debería tener aunque sea un mínimo de lealtad? ¿No tuvo en cuenta nada de esto al salir a afirmar de manera más que contundente, que la persona abatida “tenía el arma en su mano y preparada para disparar”, quedando en total ridículo (cuanto menos) ante esta decisión de la justicia de elevar a juicio a los policías que intervinieron en la causa? ¿O será acaso que el Fiscal Klinger es (también) un malintencionado agente de la grieta?

Las respuestas posibles son dos: o estamos ante una profunda ignorancia y una total falta de capacidad para ejercer la conducción policial, porque ambos policías presentes en el lugar de los hechos, no pudieron advertir ni sospechar absolutamente nada de lo que un fiscal pudo descubrir más tarde, ni tampoco detectar mínimas inconsistencias en las brutales mentiras que le habrían contado sus subordinados. O tal vez, miles de cordobeses hemos sido testigos del más fenomenal hecho de encubrimiento institucional, explicado casi en tiempo real por boca de los máximos responsables de la mismísima Jefatura de Policía. Cómo sea, y de confirmarse la acusación del Fiscal Klinger, de lo que no hay duda es que la autonomía y el autogobierno policial, en la Policía de la Provincia de Córdoba, han hecho metástasis. Y ese proceso ha llevado no de manera individual y como a veces se intenta argumentar, como hechos aislados, sino institucionalmente, a promover activamente la justificación mentirosa de delitos aberrantes, algo que la Justicia en distintos fallos viene señalando una y otra vez. Una acción típica de una institución policial totalmente decadente, que no escatima ni titubea en mentir a la prensa, a la opinión pública, y como queda claro, parece que tampoco le interesa mentir y desgastar brutalmente a un gobierno que, increíblemente, aún insiste en justificarlos.