Pasaron las elecciones de medio término con resultados inobjetables a nivel nacional y provincial, aunque el análisis desde los distintos partidos políticos fue extrañamente diferente. Se advirtió una interpretación novedosa para el mundo de la política: la que dio el presidente Alberto Fernández, quien no reconoció la derrota del Frente de Todos.

Es más, comenzó llamando a festejar el triunfo aunque luego –con el paso de las horas– respiró y modificó su enfoque sobre los resultados. Remplazó victoria con un enunciado más general pero carente de la contundencia de la primera lectura que hizo.

No hace falta acudir a archivos especializados para encontrar las declaraciones del gobernador Juan Schiaretti tras los comicios de gobernador de 2007, cuando derrotó por un puñado de votos al hoy senador electo Luis Juez.

En esa oportunidad, el jefe del Ejecutivo provincial dijo, palabras más, palabras menos: “Se puede ganar por un voto o por 100 mil votos”. Es decir, no importa el margen, gana el que saca más sufragios. Parece una obviedad, pero triunfa quien llega primero o el que hace más goles y acá el que recolecta más adhesiones en las urnas. Interpretar eso de otra manera es aportar elementos ficcionales al análisis.

Pareciera que nos hace falta un tutorial para aprender a interpretar quien gana y quien pierde una elección o a contar los votos.

Después podrá verse la integración del Congreso y su nueva conformación, si complica o no a los oficialismos y partidos de la oposición. Eso es una segunda lectura, pero lo primero es ver los datos fríos, objetivos y primarios. Eso no forma parte de un análisis simplista porque si te hacen un gol, tenés que sacar del medio.

En Córdoba, Schiaretti habló tras los comicios y dijo que se registró un empate de debilidades entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Discutibles las apreciaciones del gobernador aunque al otro día dio el sano ejemplo que suelen dar algunos mandatarios derrotados en las urnas: volver a gestionar y redoblar esfuerzos.

A trabajar se ha dicho

Nada de golpearse el pecho y críticas internas cruzadas, al contrario. Volvió a concentrarse en la administración de la provincia, cosa que es sin dudas imprescindible. Dejó para Alejandra Vigo y ministros y legisladores el análisis del futuro del peronismo de Córdoba y el comportamiento que tendrá el bloque de Hacemos por Córdoba en Diputados.

Los peronistas y los opositores  repasan estadísticas y saben perfectamente que las elecciones legislativas son absolutamente diferentes de las que se votan cargos ejecutivos (presidente, gobernador e intendentes) y que la gente vota “diferente”.

Por eso, Schiaretti planifica un probable cambio de gabinete antes de fin de año, para relanzar su gestión en el crucial último tramo de su gestión como gobernador, tras lo cual no podrá repetir.