Se acerca el pico de la pandemia en nuestro país, donde los números difundidos de contagios de coronavirus aumentan a diario. Por ahora, las muertes por el Covid-19 y la ocupación de camas críticas se mantienen estables. El temor está latente.

En este contexto, crecen las tensiones, “por arriba y por abajo”, hacia los distintos gobiernos nacional, provincial y municipal para responder a las demandas de mayor apertura económica del aislamiento obligatorio.

Partimos de reclamos legítimos por la sobrevivencia de la actividad económica y otras demandas más imperiosas de subsistencia por necesidades básicas insatisfechas.

Es una olla a presión que ya lleva más de 60 días, donde la cuarentena es víctima de su propio éxito, como sostiene Pedro Cahn.

Sin embargo, es menester diferenciar aquellos que padecen el aislamiento y el parate económico de los defensores de intereses corporativos, tanto políticos y económicos, que buscan torcer el brazo de las medidas que han permitido robustecer el sistema público de salud, mientras, en paralelo, se logró “planchar” la curva de contagios y muertes por la pandemia.

Entonces, se torna indispensable evitar las falsas disyuntivas donde se plantean escenarios simplistas, en blanco y negro, de cuarentena obligatoria o liberación de las amarras sanitarias.

No es real que la discusión sea entre economistas y médicos epidemiólogos o sanitaristas.

En esta disyuntiva, el gobierno nacional, liderado por el presidente Alberto Fernández, debe poder discernir y comunicar que existe una amplia gama de estadios, un arcoiris de colores en formato horizontal y vertical, entre el aislamiento social obligatorio inicial y la “nueva normalidad”.

Las famosas cinco etapas de la cuarentena no son lineales, en sentido temporal y espacial.

La pandemia obliga al federalismo, no como bandera, sino como práctica de acción de los gobiernos. Segregar por territorio y por sector o actividad.

Porque el coronavirus no impacta, de igual modo, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), como en Las Rabonas o Las Tapias de la provincia de Córdoba.

Y los cordobeses capitalinos, muchas veces, somos víctimas y victimarios. Víctimas del porteñocentrismo y victimarios de las ciudades y pueblos de la provincia.

Hoy, los focos de la pandemia son las grandes urbes, pero no todas: AMBA y Córdoba capital. Rosario y Mendoza son un espejo, donde las autoridades cordobesas no desean reflejarse.

En este sentido, el comité de asesores de Alberto Fernández, y también el de Juan Schiaretti, debe profundizar la estrategia múltiple de endurecer, flexibilizar y levantar la cuarentena al mismo tiempo.

Estrategia múltiple de endurecer, flexibilizar y levantar la cuarentena al mismo tiempo

Esto quiere decir no caer en simplificaciones dicotómicas. En simultáneo, por región federal, por rubro o sector económico, según se enciendan o apaguen las alertas de los medidores e indicadores de la pandemia.

Además del indicador de la tasa de duplicación de casos positivos de Covid-19, se ha demostrado que es posible que existan regiones de nuestro país donde no circula comunitariamente el coronavirus. Las llamadas zonas blancas.

Lamentablemente, las llamadas zonas rojas deberán continuar con medidas de prevención de contagio. La más efectiva, y la única, continúa siendo el encierro, excepto aquellas actividades esenciales para la subsistencia, nada más.

Quedarse en casa, es la cuestión, para emblanquecer las zonas rojas con circulación comunitaria.

Sabiendo que todo pende de un hilo, que siempre se puede volver marcha atrás.

Sobre todo porque la prioridad debe ser proteger la vida de las personas por encima de cualquier interés mezquino.

Es momento de tiempistas, no de apresurados ni retardatarios.