A casi 37 años de recuperada la democracia, el Poder Judicial sigue conservando unos pocos sectores poderosamente recalcitrantes que, en algunos casos, hunden sus raíces en épocas oscuras de la Argentina. De hecho, la actual Corte Suprema dista mucho de ser una cabeza lúcida y renovada capaz de priorizar una Justicia justa. La defensa de intereses corporativos, empresariales y personales poco tienen que ver con los mandatos de la Constitución y los diferentes códigos que propenden a una ley pareja para todos y todas. El maloliente “Comodoro Pus” asociado a servicios de inteligencia y operadores mediáticos y políticos, dominó el tablero de los últimos años, imponiendo doctrinas increíbles e impulsando causas rimbombantes orientadas a provocar y generar un profundo desengaño en la opinión pública. El vaso medio vacío asquea de sólo mirarlo, todavía, demasiado sólido y peliagudo.

Afortunadamente, también podemos ver al vaso medio lleno. Los últimos casos ventilados en la Justicia Federal de Córdoba son una refrescante evidencia de lo que funciona bien. A modo de ejemplo, puedo citar la investigación sobre el docente Olmedo de la Facultad de Odontología; la voluminosa investigación sobre las “facturas truchas” que ya suma 43 imputados, y muy bien rumbeada según la prueba ya conseguida; la causa de la “financiera trucha de Villa Belgrano”, las condenas en la causa Mengo Cardozo por evasión impositiva en Río Cuarto; el inicio de un nuevo juicio al terrorismo de Estado con una jueza, Carolina Prado, presidiendo por primera vez un tribunal para juicios de lesa humanidad en Córdoba.

Entusiasma ver cuando jueces y fiscales, a pesar de las diferencias y coincidencias, respetan y priorizan el mandato de brindar un servicio a la altura de una república auténtica que va muchísimo más allá de las declamaciones.

Es verdad que muchas cosas en el actual Poder Judicial, permanecen ocultas y endemoniadas. Pero también es verdad, que muchas otras tratan de imponerse con transparencia y honestidad. La pugna está hoy muy abierta y se dirime en la siempre presente balanza del bien y del mal .