*Por Amadeo Sabattini

Cuando se hace evidente que Italia es el país con más fallecimientos por CoV-2 (Covid-19) en el mundo la primera reacción seguramente será sensibilizarse por el drama que vive un país con el que tenemos vínculos históricos, culturales, familiares.

La información básica se puede resumir en la siguiente tabla:

Algo huele mal en Italia: posibles explicaciones sobre el impacto del coronavirus

Fuente: OMS

La congoja debe dejar paso al análisis y es imposible no formular preguntas e hipótesis.

Es claro, para obtener conclusiones definitivas sobre esta pandemia habrá que esperar que sean los especialistas los que opinen, pero aún para un lego resaltan rápidamente un par de datos.

El primero, es el impacto relativo: Italia va camino a tener una cantidad comparable de casos confirmados con una población unas 23 veces menor (1380 y 60 millones respectivamente).

Por ahora tiene la mitad de casos. Eso habla de las estrategias de contención, de la respuesta a través de políticas de salud en la coyuntura, pero también sobre la preparación de los sistemas para responder ante la emergencia.

Italia es el país en dónde es noticia que Ferrari, Agnelli, Berlusconi, harán “generosas” donaciones a un sistema de salud quebrado por años de vaciamiento. Así actúa el capitalismo moderno el desarrollo de las sociedades: multimillonarios concentrando su riqueza en estados cada vez más ausentes, prestos a auxiliarlos con migajas.

El otro es el de la abrumadora proporción de fallecimientos de Italia, más del doble que en China. Aquí se pueden plantear al menos dos hipótesis, no necesariamente excluyentes.

a) La preparación del sistema de salud Chino para responder a la emergencia tuvo capacidad de sostener los casos críticos con mucha más eficacia que el italiano. Viene a nuestra memoria inmediatamente el anuncio y la concreción (en solo 10 días) de dos unidades especializadas para esta emergencia, poniendo 2500 plazas adicionales para afrontar la emergencia. Todo indica que el cálculo de la cantidad adicional de plazas que se requería fue muy acertado.

b) El sub registro de casos. Es sabido que una gran cantidad de contagios no llega a confirmarse. Desde ya siempre existen casos leves o sub clínicos que no llegan a determinarse porque no ingresan al sistema de salud. Pero también hay decisiones del sistema sanitario que conllevan sub registros.

El gobierno italiano, y particularmente los sindacos de las ciudades del norte (intendentes)  se esforzaron en relativizar la situación. La falta de preparación condujo a la falta de kits para el análisis y por lo tanto, es muy probable que haya en Italia una cantidad de casos sustancialmente más altos que los reportados.

Las autoridades italianas verdaderamente no conocen el alcance y la magnitud del problema. Lo dramático es que estuvieron operando sobre esta falsa percepción mientras había circulación “silenciosa” del virus (la misma que tenemos hoy en Argentina) y por eso cuando el virus emergió era muy tarde para mitigar el impacto.

Claro, una tercera hipótesis sería que las autoridades italianas decidieron ocultar información en un intento de minimizar su responsabilidad sobre la situación. No puede descartarse por ahora.

Por razones de estricta humanidad, uno espera que cuando sedimenten las conclusiones sobre estos sucesos, los especialistas encuentren que no se llegó a este extremo de mezquindad y que sólo haya que deplorar la acumulación de daños producida por años de considerar la salud una mercancía y no un derecho.-