La apertura de sesiones ordinarias de la Unicameral dejaron otra vez la repetición de gestos a los que el peronismo cordobés siempre le gustó atarse: enumeración de obras y programas, invitaciones a todas las fuerzas políticas en clima de armonía y una alfombra roja para el ingreso del gobernador al Palacio Legislativo. 

En lo discursivo Juan Schiaretti no habló de continuidades ni alternancias limitándose a resumir los logros de su gobierno y mostrándose como un gestor que no se detiene y que tampoco hizo referencias a los límites temporales definitivos que tiene su mandato. 

También evitó mencionar fechas para las elecciones provinciales y sólo el vicegobernador Calvo hizo referencia a la ley electoral vigente aclarando que los plazos serán los 60 a 90 días previos a la finalización de los mandatos. 

El mandatario provincial dedicó la primera parte a diferenciarse del gobierno nacional fustigando el pedido de juicio político a la Corte como un ataque a otro poder del estado. Además volvió al latiguillo de que en Córdoba “se habla poco y se hace mucho” para destacar que el suyo es el verdadero progresismo.

Varios legisladores de Hacemos por Córdoba se esforzaron en subrayar que es un lanzamiento de los lineamientos centrales de un proyecto nacional que les gustaría que sea liderado por Schiaretti. Una forma de representar los cimientos de lo que se debe refundar en el país tomando como modelo los 23 años ininterrumpidos de poder cordobesista. 

Pero se sabe que en política es más importante lo gestual por sobre lo que se dice y los gestos sobraron. Esta vez hubo militancia en las afueras de la Legislatura a la que el gobernador salió a saludar acompañado de cerca por el intendente Martín Llaryora y el vice intendente Daniel Passerini. Incluso se montó un escenario donde finalmente no hubo discursos sino solo fotos con la gente como fondo y una selección estricta de los que se incluyeron en el cuadro que incluyó a los recién nombrados y a los que se sumó la senadora Alejandra Vigo. Como un mapa que expresa la distribución del poder actual y, tal vez, la que se anhela en el oficialismo provincial.