La crisis sanitaria se llevó puesta hasta la crisis económica, por lo menos en lo que hace a la figuración dentro de la tabla de temas prioritarios para las gestiones gubernamentales.

Lo cierto es que la invasión del coronavirus pone en más de un aprieto las finanzas de todos, incluyendo a los estados nacional, provinciales y municipales. Ni qué decir de los recursos económicos de cualquier familia argentina.

La provincia ya anticipó en la voz del ministro de Desarrollo Social, Carlos Massei, que desembolsará unos dos mil millones de pesos para sostener la subsistencia de los más necesitados. Hoy Córdoba no puede salir a pedir plata prestada, básicamente por dos motivos: es difícil que le presten y no hay cómo pagar.

Entonces, el gobernador Juan Schiaretti tiene claro que los cordobeses deberemos vivir con lo nuestro, contando por supuesto a los aportes del Tesoro Nacional por diferentes conceptos.
La profunda recesión tiene como correlatos una formidable disminución del consumo y, con ello, una brutal retracción de la recaudación.

¿Cómo afrontar las urgencias sin implorar refuerzos de partidas a la Casa Rosada, donde tampoco hay mucho para repartir?

“Equidad fiscal”, es el término que acuñó el gobernador Juan Schiaretti, leyendo trabajos de su ministro de Finanzas, Osvaldo Giordano.

Este concepto tiene una ejecución práctica muy simple: la administración provincial ultimará los recursos para cobrarles a los que más tienen.

Un funcionario de primera línea graficó la situación con un ejemplo de viejo café: “Una cosa es tener un importado para salir a pasear y otra un auto todo roto para salir a hacer una changa”.

Por ejemplo, para el inmobiliario rural que vence en mayo, al que pague en tiempo y forma y en cuota única, se le ofrecerán grandes beneficios para el año próximo, en forma de bono especial.
Este plan parece rudimentario y de difícil implementación. ¿Cómo salir a cazar evasores o incumplidores que aducen imposibilidad de afrontar el pago?

Desde el gobierno replican que la provincia dispone de numerosas bocas de pago y con diferentes modalidades, a diferencia, por ejemplo, de la Municipalidad de Córdoba, cuya tecnología parece apuntar a que al consumidor le cueste pagar la tasa.

Además, casi en tono desafiante, comentan: “Nosotros tenemos toda la tecnología suficiente como para cruzar datos y saber cuánto capital tiene cada deudor y cuáles fueron sus ingresos aproximados. Así sabemos quién puede pagar, quién no y quién miente”.

De esto se infiere que el concepto de equidad fiscal obligará a poner en la cancha otra vez a los “sabuesos” noventosos que ponían bajo la lupa a los sospechosos.

Muchos de ellos son los sospechosos de siempre, pero al Estado siempre les cuenta alcanzarlos. Ahora, la consigna es proteger al vulnerable y atacar al que tiene la vaca atada, pero casi siempre la esconde.