Alguna vez dijo el Negro Dolina cuando estaba escribiendo el libro de los 30 años de “La venganza será terrible”: “¡Mirá lo que dice este tipo, hay que cambiarlo!’”, recuerda Dolina. “Hasta que me di cuenta que tendría que escribir el libro de nuevo. Entonces decidí dejar las cosas como estaban. Porque, al fin de cuentas, la medida de veracidad de cada recuerdo ajeno era mi propio recuerdo... que claramente también podía estar equivocado. La memoria también es un género ficcional”.

Una razón más de las tantísimas razones como para sospechar que la escisión entre realidad y ficción, es al menos dudosa; y la veracidad del apotegma: “La única verdad es la realidad”, ni te digo…

De esto se trata, como se puede ver en el copete de apertura de “Cinemateca” , el ciclo de cine en el que participa nuestro compañero de los SRT, Roger Koza, en el video que acompaña estas líneas.

En “Jeu de massacre” (The Killing Game), la -peli- francesa de Alain Jessua de 1967, el asunto se pone bien sobre la mesa…o sobre el tablero de dibujo.

Porque en pleno auge de los comics, que vendrían a ser por entonces la literatura en el kiosco de revistas, el argumento se basa en un matrimonio de creadores de comics que se hallan en dificultades económicas, que son invitados por un rico admirador a su lujosa mansión de Neuchatel, para que creen un nuevo personaje animado. Pronto el anfitrión se entrometerá tanto en sus vidas, que la pareja no llegará a distinguir entre realidad y ficción.

Sin embargo…un prestigioso crítico cinematográfico cordobés, confinado a ese espacio para impedirle escribir sobre Historia Argentina y Geopolítica, temas de algo más de peso social y político peligroso para las botas dominantes por entonces, me dio otras precisiones.

El dibujante de comic había creado un personaje especie de Robin Hood moderno que robaba bancos y que después, como el chueco Maciel, como antes el hambre repartía el botín. Y sucedió que uno o dos días después de la aparición de la tira diaria, el banco era asaltado en la realidad. Hasta que, los asaltos alcanzaron tal frecuencia y velocidad, que fue la tira la que terminó cronicando la realidad.

Por acá también tuvimos, al  revés, bancos como Brecht.

Y Hoods Robins, para nada dibujados.

Que nos dejaron dibujados.

Pero al no estar confirmado que el -dire franchute- Alain Jessua resultara heredero de las supuestas condiciones premonitorias de Nostradamus (ni siquiera de Ludovica Squirru) , le pregunté a quien me narraba la peli:

“Che, eso es cierto”.

“Sí”, me dijo.

Y cerró “Creo que sí…”

The end.