Este fin de semana tiene varias efemérides interesantes, para recordar, y para reflexionar, porque siempre, la historia nos ayuda a entender mejor el presente.

Por un lado, este 25 de abril se cumplieron 80 años de la liberación de Italia, y es un aniversario importante, por ser número redondo, y por la enorme comunidad italiana en nuestro país, y sobre todo en Córdoba. 
Es quizá la efeméride más importante en la península, llamada Fiesta de la Liberación. 

Y se conmemora desde 1946 porque el 25 de abril del año anterior habían sido liberadas del fascismo las ciudades de Milán, Turín y Génova. Recordemos que ese fascismo había comenzado en 1922 con la “Marcha sobre Roma” de Benito Mussolini y su asalto al poder. 

Cien años después, mientras vemos que el fascismo vuelve con nuevos bríos y métodos, es una fecha muy importante. Tres días después, el 28 de abril, sería ajusticiado el dictador junto a su amante, Clara Petacci, fusilados por los combatientes partisanos. 

Liberación de Italia y de Portugal

Hablando de luchas antifascistas, también el 25 de abril se cumplieron 51 años de la Revolución de los Claveles, que terminó con casi 50 años de fascismo en Portugal. Ya se había organizado el Movimiento de las Fuerzas Armadas, una logia dentro de oficiales jóvenes del ejército que conspiraban contra la dictadura de Marcelo Caetano, quien en 1968 había tomado la posta de Antonio de Oliveira Salazar, quien gobernaba con mano de hierro desde 1932. 

El 29 de marzo de 1974, la gran Amalia Rodrigues cerró un concierto en el Coliseo de Lisboa con una canción: Grandola Vila Morena. Entre el público había varios oficiales revolucionarios y eligieron ese tema para que fuera la contraseña que indicaría el inicio de la rebelión. Aquella madrugada del 25 de abril, en la radio Renascensa empezó a surcar el aire las estrofas de esta canción que decía: “O povo é quem mais ordena”. Era la señal.
Aquella mañana, un restaurant de medio pelo llamado Sir cumplía un año. Iban a hacer una fiesta y una de sus empleadas, Celeste Caeiro, llevó claveles rojos para entregar a sus clientes. 

Pero cuando llegó al trabajo, sus patrones le dijeron que no abrirían por causa de todo lo que estaba pasando. Ella entonces se fue para su casa con los claveles a cuesta. Por curiosidad, pasó por la plaza Rossio, en la Cidade Baixa, para ver qué era eso de la revolución. No podía creer que estuviera ocurriendo eso, ella que siempre se había opuesto al fascismo. Cuando vio los tanques, le preguntó a un soldado qué pasaba y éste le contó que iban para El Carmo (la plaza donde está la Casa de Gobierno) a derrocar al dictador Marcelo Caetano.

Fue en ese momento en que el soldadito le pidió un cigarrillo. Ella no tenía porque nunca había fumado. Miró para todos lados con la intención de ir a comprarle, pero estaba todo cerrado. Entonces le dio un clavel, que era lo único que ella tenía. El soldadito lo aceptó y lo puso en la boca de su fusil. Inmediatamente sus camaradas también le pidieron a Celeste los otros claveles que llevaba e imitaron el gesto de ponerlos en sus fusiles.

A las dos horas, todas las floristas de Lisboa repartían claveles a los soldados revolucionarios. Por eso se llamó La Revolución de los Claveles, y cambió no sólo la vida del pueblo en Portugal. También de muchos países africanos (Angola, Mozambique, Cabo Verde, Guinea Bisau) que, para esa altura del siglo XX, seguían oprimidos por las hilachas del Imperio Portugués.

Celeste de los Claveles murió el año pasado a los 91 años de edad, por lo que es el primer aniversario de la Revolución de los Claveles sin ella. Hasta el final vivió en el barrio del Chiado, y se emocionaba cada 25 de abril cuando escuchaba Grandola Vila Morena.

Desaparecer al pueblo vasco

Otra de las fechas emblemáticas de este fin de semana es el 26 de abril y los 88 años del Bombardeo de Guernica, un hecho genocida contra el pueblo vasco. Por eso también es tan importante para nosotros, ya que dicen que, en Argentina, el 10 por ciento de los apellidos tiene ese origen. 

Aquel 26 de abril de 1937 era un martes de mercado en la pequeña aldea de Guernica, cuando a media mañana aparecieron las tenebrosas siluetas de los aviones de la Legión Cóndor, bombarderos nazis aliados de los subversivos de Francisco Franco, que se habían levantado contra el gobierno institucional de la República Española. Nunca hubo números oficiales, pero los historiadores llegan a cifran en 1.600 personas muertas por el que fue el primer bombardeo a una ciudad abierta. Un ensayo para lo que vendría poco tiempo después en la Segunda Guerra Mundial. 

También hoy, en que el neo franquismo encarnado por VOX avanza en España, es necesario recordar esta fecha, para entender mejor el presente. Y eligieron Guernica porque representaba, y representa, el corazón de un pueblo antiquísimo y rebelde, como el vasco. 

Allí, en Guernica, se juraban los fueros, que eran las leyes propias, diferentes del resto de España, a pesar de estar bajo su opresión desde 1512, cuando este territorio fue invadido por los Reyes Católicos. Si la capital administrativa del País Vasco es Vitoria Gasteiz, la capital económica es Bilbao y la capital cultural es San Sebastián, hay que decir que la capital espiritual de este pueblo es Guernica. 

Nadie representó ese horror como lo hizo Pablo Picasso en su famoso cuadro. Luego del triunfo del franquismo, Picasso se exilió, al igual que otros 500 mil españoles. 

Dicen que, años más tarde, ya durante la Segunda Guerra Mundial y la ocupación de París, cuando un grupo de oficiales de las SS llegó al atelier de Picasso, descubrieron el Guernica y le preguntaron: “¿Usted hizo esto?”, a lo que Picasso respondió mirándolos a los ojos: “No, ustedes hicieron esto”.