La campaña electoral ya transcurre con mucha fuerza en los medios masivos, los portales y las redes sociales pero, como era de esperar, la gente le sigue dando la espalda.

La ciudadanía se mantendrá en sus trece durante varios días más y sólo se espera involucramiento en los días previos a la elección legislativa, previstos para el 12 de setiembre.

Ante esa indiferencia, los arquitectos de los armados electorales de todas las fuerzas políticas –más allá de sus recursos económicos y humanos– apuestan a lograr alguna mínima ventaja con determinados detalles. Se conforman con eso.

Un ejemplo: el domingo 22 de agosto se llamó a votar en la localidad de Sampacho, a unos 50 kilómetros de Río Cuarto, por el fallecimiento por Covid del intendente justicialista Flavio Juárez. En su momento, el presidente Alberto Fernández le dio el pésame por Twitter a los familiares del jefe municipal y lamentó el suceso.

Más acá, el schiarettismo advirtió que tenía grandes posibilidades de ganar. Las encuestas así lo marcaban y por eso montó un acto especial –uno de los pocos de la campaña– con “ellas” al frente y todo un regimiento de dirigentes justicialistas detrás.

Como se ve, todos los detalles sirven y se usan, por más pequeños que sean y especialmente cuando se corre de atrás.

En las últimas horas, dirigentes del radicalismo daban algunos detalles de una encuesta propia que le da a Juntos por el Cambio un porcentual de votos cercano al 45 por ciento, con unos 20 puntos de ventaja sobre Hacemos por Córdoba y más de 25 puntos sobre el Frente de Todos. La muestra, cabe aclarar, fue tomada a mediados de agosto, antes que se conociera “la foto de Olivos”, en la que se ve a un grupo de personas celebrando el cumpleaños de Fabiola, la esposa del presidente Alberto Fernández, en la residencia de Olivos, en plena pandemia.

Con muchas campañas sobre su espalda, una fuente radical dio un punto de vista interesante y de su razonamiento se desprendía lo siguiente : no hay que confundirse ni alegrarse con la foto de Olivos porque el Frente de Todos no perderá votos por esta situación y, si los pierde, serán muy pocos. En esta situación, la gran perjudicada es la clase política, no sólo el presidente Alberto Fernández. Es un desprestigio general porque la gente pone en la misma bolsa a todos.

Un sondeo de la consultora Dalesio Irol y Berensztein dice que el 37 por ciento reconoce que la foto de Olivos influirá en su voto. Habrá que ver si la opinión de los entrevistados se repite el día de las Paso y, especialmente el 14 de noviembre, cuando se realicen las elecciones generales.

Lo que sí no se puede negar es el gran cimbronazo interno que esa situación produjo y que el kirchnerismo y el albertismo cerraron filas para unificar discurso y contragolpear duro contra Mauricio Macri, recordando algunos de sus gruesos errores. La toma de deuda y la fuga de capitales están al tope de esas réplicas contundentes.

Eso obliga a radicales y macristas a frenar el ataque ético por la foto y levantar la guardia para evitar daño ante la réplica.

Sí está claro que, poco a poco, la campaña electoral irá tomando color aunque la gente sigue con su cabeza puesta en temas que afectan a su calidad de vida: crisis económica y pandemia, además de otros que ni siquiera figuran en la agenda de los candidatos como la inseguridad y la educación. Es así , de problemas gravísimos como la inseguridad los candidatos no se acuerdan. Tal vez no les convenga, ni a unos ni a otros.