La República Popular China, el país, donde, de acuerdo a la mayoría de los expertos, comenzó la pandemia, también es el Estado que mayor diplomacia de vacunas ha desplegado. Con más de 170 millones de dosis exportadas a 53 países, la mayoría de ellos latinoamericanos, el gigante asiático ha intentado mejorar su soft power en el escenario internacional. Sin embargo, hasta ahora, quien ha sabido capitalizar en mayor y mejor medida esto ha sido Rusia. Gracias a la Sputnik V, el Kremlin viene implementando una diplomacia que lo ha acercado a distintos países, pero, especialmente, a América Latina.

Estados Unidos intentará no quedar relegado frente a sus competidores, particularmente en lo que consideran su “patio trasero”. Por ello, la Administración Biden asegura que saldrá “lo antes posible” a “compartir” su stock de vacunas con el resto del mundo. Putin, además, proclive a trazar una continuidad histórica con otros líderes del pasado ruso, muestra la Sputnik V como un triunfo más de la ciencia eslava, y de su “internacionalismo humanista”.

El anuncio de que Argentina será el primer país del continente en fabricar la Sputnik V en su territorio, es un paso más allá en esta política de la vacuna. Para Rusia significa profundizar sus vínculos con la región, mientras que para la Casa Rosada puede ser una oportunidad de realizar una diplomacia de vacunas propia. Para eso, primero, se deberá inmunizar a la mayoría de los argentinos y contener el avance de la pandemia, algo que, aunque, parece estar muy encaminado, todavía faltan algunos meses cruciales. Hasta ahora, el país latinoamericano con los estudios más avanzados para tener una vacuna propia es Cuba. Acostumbrado a hacer gala de su internacionalismo, lo más probable es que también la reparta por el continente.

¿Qué tanto influirá la diplomacia de la vacuna en la reconfiguración mundial pos pandemia? Por ahora, es imposible avizorar certidumbres. En primera instancia, le sirve a los gobiernos para mostrar su rostro más amable. Pero también, para anotarse algunos “éxitos” en un escenario que ha sido comparado por analistas con la carrera espacial de la Guerra Fría. No deja de ser auspicioso, que en un mundo donde existe una clara crisis “en” la globalización, los principales competidores por el liderazgo global, también lo hagan mediante el reparto de dosis de sus vacunas. Está claro que la salida de la pandemia es colectiva, y no podremos dejar verdaderamente atrás esta etapa de la historia de la humanidad, si no es de manera planetaria.