La sociedad cordobesa compró sin dudar el discurso y las promesas de campaña que Luis Juez y Rodrigo De Loredo desplegaron en la etapa previa a las Paso, que les dio un triunfo contundente en las urnas del 12 de setiembre.

“No hay que relajarse porque de otra forma los schiarettistas nos pueden pasar por encima”, trinan desde el búnker ganador. Y preparan un acto de lanzamiento con el cual apuestan a marcar la cancha y a hacerse ver. Entre otros, tendrán en el palco al político con mejor imagen del país: el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.

Es la primera vez en todo el proceso electoral de estos comicios de medio término que Rodríguez Larreta pega el salto a Córdoba, un distrito en el que el PRO tuvo una interna importante, en la cual los principales dirigentes en muchos casos libraron sórdidas disputas, que obviamente son siempre desgastantes.

En las filas juecistas todo es entusiasmo, especialmente a partir de una encuesta privada conocida en las últimas horas que le arroja a las listas de Juntos por el Cambio una intención de voto que se ubica en cifras cercanas al 55 por ciento de los votos.

Si esos números se confirman en la pulseada electoral del 14 de noviembre, Juntos por el Cambio podría conseguir seis bancas en la Cámara de Diputados y dos en la Cámara de Senadores.

¿Seis, dos y uno?

Ese sondeo vaticina un triunfo por paliza de quien fuera intendente de Córdoba y su compañero de ruta, el joven dirigente radical. En este caso y en un hipotético juego de reparto basado en el sistema D’Hont, Juntos por el Cambio podría aspirar a quedarse con seis bancas. En este hipotético ejercicio, quien la perdería sería el schiarettismo, que obtendría dos y finalmente el Frente de Todos quedaría muy lejos, pero asegurándose un escaño en la Cámara Baja.

El viernes 1º de octubre, el nuevo hombre poderoso de la Casa Rosada, Juan Luis Manzur, convocó a los candidatos cordobeses para tratar de buscar una respuesta ingeniosa a los severos problemas que tiene el Frente de Todos en Córdoba, ahora profundizados por la indisimulable grieta que existe entre los “peronistas” y los “kirchneristas” del sector. Esa situación aún no tomó estados público pero cada día se hace más evidente. 

Cuando se prenden las cámaras, unos y otros sonríen para la foto y no corren la alfombra de lugar pero básicamente hay un reproche cruzado.

Los K se quejan amargamente porque, con números en la mano, los peronistas como Carlos Caserio y Olga Riutort no habrían aportado los votos esperados.

De otro lado farfullan bastante también, ya que los cuestionan por inexpertos y por no conocer el ABC del trabajo político territorial.

Esa encuesta que mencionamos arriba y y a la que por el momento no podemos dar mayores detalles, también dice que el Frente de Todos no crecerá y se mantendrá dentro del porcentaje que obtuvo en las Paso. Si existe un movimiento, el mismo podría oscilar entre el 9 y el 13 por ciento. Consiguió casi 11 puntos en las primarias. 

Nada que les permita esbozar una sonrisa, más bien todo lo contrario.

En la reunión en Buenos Aires, Manzur sumó al ministro del Interior, Eduardo Wado De Pedro, a quien sacó rápidamente del ostracismo al que lo había sometido el presidente Alberto Fernández.

Por el lado del peronismo schiarettista, ya comenzó a verse una activa participación del gobernador Juan Schiaretti y del intendente de Córdoba, Martín Llaryora, con el claro objetivo de frenar el drenaje de las Paso.

El peronismo de Córdoba sufrió una fea derrota que increíblemente pasó a un segundo plano en los análisis de los días siguientes a los comicios. Pero Schiaretti lo sabe y tomó nota, como político experimentado que es. Sabe perfectamente que con un bailecito simulando sonrisas y alegría no se gana nada. Es más, se corren algunos riesgos importantes.