Hace algunos días, en Río Cuarto, condenaron a prisión perpetua a Marisel Angeolini de 45 años. Según la prueba, fue ella quien drogó y luego arrojó al fondo de un viejo pozo de agua, a su ex pareja, Juan Carlos Romero, un camionero oriundo de Casilda, del sur de Santa Fe, y con quien había convivido durante un tiempo. Que la víctima haya usado su teléfono celular por última vez en Arias, lugar del crimen, resultó clave para determinar la autoría de la mujer en el hecho. La condena fue en definitiva por Homicidio Calificado por el Vínculo.

Pero vale la inquietud entonces sobre si a la imputación, se hubiese podido agregar la Violencia de Género, en algo que podría llamarse “masculinicidio”. La respuesta de los especialistas en la cuestión es clara y contundente.

El vocablo Femicidio fue introducido en el vocablo universal, gracias a la incansable lucha de organizaciones feministas de todo el mundo. Así surgieron Tratados Universales que sostienen esta figura jurídica referida al sometimiento, la opresión y asimetría de poder, que una mujer sufre frente a un hombre y que puede derivar en un cruel y violento asesinato.

En lo que respecta al crimen de un hombre, ya está legislado desde 1921 como un homicidio (etimológicamente homo es hombre).

De hecho, en el Femicidio existe desigualdad y dominación , lo cual es mucho más que el eventual maltrato de una mujer hacia un hombre. Dicho de otro modo , pretender hablar de masculinicidio , es cuanto menos imposible.